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CRITICA
Por: PACO CASADO
De toda la generación de nuevos directores que salieron de la Escuela oficial de Cinematografía de Madrid, que se dio en llamar el Nuevo cine español, que fue considerada como la esperanza para nuestro cine, cosa que ocurrió en los años sesenta, Manuel Summers siempre fue el que hizo un cine de una mayor aceptación popular, o si quieren decirlo de otra manera, un cine más comercial.
Con aquellas primeras películas Summers se ganó, no sólo el aplauso y la aceptación del público sino también de los críticos em general, porque tenían una buena calidad cinematográfica los productos que hacía y al mismo tiempo fueron conocidas de manera masiva por los espectadores, siendo además él conocido por sus chistes publicados en diversas revistas y periódicos, por sus dibujos cómicos y por sus trabajos fílmicos.
Pero un buen día Manolo se dedicó también al negocio del cine, a producir sus propios films, a no depender de los productores y, lógicamente, igualmente se dedicó a distribuirlos completando así el último eslabón de la cadena del negocio cinematográfico del que tan sólo le faltó tener una cadena de salas para exhibirlos.
Aquí es donde se acaba el interés de Manolo Summers por hacer un buen cine y en su lugar se dedicó a filmar productos comerciales para conseguir dinero en la taquilla, lo cual es muy digno y honrado que un hombre se quiera ganar la vida trabajando en lo que sabe hacer, pero a partir de ese momento ha dejado de tener interés para el buen aficionado al cine y pierde también el favor de los críticos.
Dentro de esa línea de cine comercial ha hecho incluso de actor en las cintas de otros directores y en las suyas propias, como es el caso último de To er mundo e güeno (1982), en donde encontró un viejo filón como es "quedarse" con el público a base de ser filmado con una cámara oculta, colocado en situaciones ridículas o absurdas, y ver las reacciones ante un hecho determinado.
Como aquella película tuvo un gran éxito popular increíble, ha vuelto a explotar la misma técnica en esta nueva producción titulada 'To er mundo e... ¡mejó!' (1982), a ver si también acierta en esta ocasión.
Aquí, para que tenga un poco de más cohesión, ha elegido unas imágenes de archivo de la actuación de los políticos en el Congreso de los diputados y les ha puesto un texto distinto a lo que ellos decían, siendo así los líderes de las distintas formaciones políticas los que van dando paso a las diferentes imágenes y situaciones absurdas provocadas, como la celebración de un velatorio en unos urinarios públicos, un enano enjaulado, y así podríamos seguir citando más casos, pero no es cuestión de destriparles el film haciendo spoiler.
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