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CRITICA
Por: PACO CASADO
Se ha dicho por personas de inteligencia y saber reconocidos que lo fundamental para que una película alcance la dimensión universal es que responda a una verdad local.
Cuando es una exacta reproducción de problemas y cuestiones indígenas, que el director conoce y los intérpretes comprenden, la historia adquiere tales visos de realidad que resulta de interés para los espectadores de todo el mundo.
Durante un buen lapso de tiempo los norteamericanos han buscado deliberadamente los temas cosmopolitas, y con una técnica standard, prefabricada, han inundado los mercados de asuntos irreales, desvinculados de toda territoriedad.
Sorprendidos ante el fracaso de este sistema, los magnates de Hollywood parecen haber encontrado de nuevo el camino.
'Picnic' (1955) pertenece a este tipo de films casi sin argumento, en los que el esfuerzo del guionista Daniel Taradash y del director Joshua Logan, se centran en retratar unos tipos y un ambiente.
Basada en una pieza de teatro de William Inge, ganadora del Premio Pulitzer, una de las mejores obras sobre la represión sexual, en la que Joshua Logan, describe la historia del apasionado amor entre Hal Carter, que llega a Nickerson, un recóndito pueblecito norteamericano de Kansas, en el interior de un tren de carga, para visitar a Alan Benson, un viejo amigo y compañero de estudios de la universidad, que es el hijo del hombre más rico del lugar, para pedirle que le dé trabajo.
Hal es un fanfarrón egocéntrico que no ha logrado triunfar.
Su presencia resultará un revulsivo para la plácida vida de la comunidad al despertar deseos y frustraciones que estaban ocultos y las emociones se encienden en los complacientes habitantes del lugar con la llegada del apuesto vagabundo en la mañana del picnic de la celebración de la fiesta del Día del trabajo en 1955.
Nada más llegar se enamora de Madge Owens, una bella muchacha de 19 años, que es la reina de la fiesta, la belleza de la ciudad y novia de Benson.
Carter busca trabajo y lo obtiene, pero limpiando el jardín de una vecina, ya anciana, y junto a la casa habita una familia un tanto peculiar cuya hija mayor Madge está a punto de presentarse a un concurso de belleza durante la celebración del picnic de la fiesta del Día del Trabajo, que será el escenario donde se dispararán las tensiones que estaban latentes.
Su hermana pequeña, Millie, con pinta de intelectual, se mete con ella, porque tiene la idea de que tras aquella espléndida belleza hay una cabeza hueca para asuntos más elevados e importantes.
Ella se enamora de Carter, quien en la fiesta, al sacarla a bailar, origina la comidilla de todo el pueblo.
Tras una espléndida noche de amor, el tren volverá a pasar por la mañana y con el amanecer se irán todos sus sueños e ilusiones.
Se trata de una notable adaptación de uno de los directores más inteligentes del cine norteamericano, que proporcionó a William Holden la posibilidad de componer una de las mejores caracterizaciones a partir de sustituir la juventud que exigía el personaje por generosas dosis de donosura e inteligencia, mientras que Kim Novak hace gala de toda su belleza y talento de actriz en este drama.
Las eléctricas escenas entre ambos traspasan la pantalla y han pasado justamente a la posteridad como una de las más sensuales de la historia del cine.
Es una hermosa historia de amor sobre la belleza, la soledad las emociones sexuales y la frustración de los sueños que invita a la reflexión, magníficamente fotografiada por James Wong Howe y envuelta en la excelente partitura musical de George Durning.
Oscar a los decorados y el montaje. Globo de oro a la dirección. Gran Prix de UCC. Premio de la National Board of Review.
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