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CRITICA
Por: PACO CASADO
No son muchas las producciones italianas que suelen aterrizar últimamente en nuestras carteleras como sucedía antaño, mientras que ahora con las francesas las que nos llegan con más profusión.
En esta época del año nos programan películas sobre Papá Noel, pero este año no ha sido así.
En esta ocasión estamos una vez más ante una comedia con un cierto espíritu religioso en la que se toma un poco a broma la Historia sagrada en lo referente al nacimiento de Jesús, fiesta que se celebra en estos momentos, por lo que la fecha de su estreno parece la más adecuada.
No se profundiza mucho en ello, se toma de manera superficial sobre todo utilizando la ambientación de la época por lo que no debe molestar a nadie que tenga esas creencias religiosas.
La historia comienza cuando el padre Valentino, párroco de un pequeño pueblo siciliano, con una desmedida fe en Dios, está haciendo un casting entre los habitantes del lugar para que formen parte del Belén viviente que está a punto de montar, pero no acaba de dar con las personas adecuadas.
Por otra parte está Salvo, un ladrón egoísta que tiene la costumbre de robar en las iglesias al ser un especialista en iconografía religiosa y se lleva la valiosa imagen del niño Jesús que ha de figurar en el mencionado nacimiento.
Por desgracia para él es pillado infraganti por el cura y en su persecución para recuperar la estatua acaban en el año cero, en la antigua Palestina a pocos días del nacimiento del niño dios.
Ambos al darse cuenta tratarán de encontrar a los protagonistas, esta vez en carne y hueso, al conocer cómo se desarrolla la historia y tratando de alterar y evitar algunos momentos como la matanza de inocentes a manos del rey Herodes, entre otros.
El monarca ha oído hablar de unos personajes que vienen de lejos y cree que son ellos por lo que los buscan confundiéndolos con María y José o con los Reyes Magos.
Las peripecias que viven los dos son divertidas, conseguirán influirse mutuamente para descubrir el valor de ayudar al prójimo.
La aventura está repleta de enredos, malentendidos y situaciones disparatadas, con algo de crítica social que a veces son facilonas, pero constituyen esta historia sin otras pretensiones que no sean más que las de hacer reír a los espectadores.
En este caso son los dos humoristas Ficarra y Picone los que se encargan de buena parte de la producción de este film ya que acaparan la dirección, el guion, en compañía de Nicola Guaglione y Fabrizio Testini, y además encarnan a los personajes del padre Valentino y del ladrón Salvo, intercambiando sus nombres de pila.
A la hora de hacer el guion se inspiraron en la historia que se contaba en 'Non si resta che piangere' (1984) que protagonizaban y dirigían Roberto Benigni y Massimo Troisi que retrocedían hasta el siglo XV.
Tanto en un aspecto como en otro no se complican en hacer una realización muy selecta, sino que van a salir del paso de la forma más sencilla posible y sacándole jugo a los más de diez millones de euros que tienen de presupuesto que posiblemente recuperarían con creces al ser la más taquillera del 2019 en Italia con más de dos millones de espectadores en tan sólo tres semanas de exhibición.
Moraleja; además de rezar hay que poner algo de nuestra parte.
Premio del público en los David de Donatello.
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