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CRITICA
Por: PACO CASADO
A juzgar por las últimas producciones del género de terror que llevamos vistas y por las tendencia que está marcando el mercado, habrá que empezar a hablar de un giro en la manera y concepción de los autores, ya que va teniendo el género un subrayado surrealismo.
En esta nueva película, que es la segunda parte de Hellraiser (1987) dirigida por Clive Baker, se continua con aquella historia y con los mismos personajes, recogiendo al comienzo el final de aquella para de esa forma tratar de orientar al espectador.
La doctora Channard, que ha estado buscando la puerta del infierno desde hace años, tiene un nuevo cliente, una niña que advierte de las terribles criaturas que han destruido a su familia, los cenobitas, unos seres que dan las más fuertes sensaciones de placer y dolor.
Kirsty es llevada a una institución después de los horribles eventos que había vivido en el anterior capítulo de esta serie, donde el médico, jefe obsesivo con el ocultismo, resucita a Julia y libera a los cenobitas y a su demoníaco inframundo.
La verdad es que poco se consigue con esa especie de prólogo, más que recordarnos el perfil de varios de los personajes y rostros de algunos actores que continúan estando en este nuevo film.
Ciertamente todo tiene visos de una irrealidad tan grande que no sabemos a qué carta quedarnos ante el desmadre total que es el argumento, si es que lo tiene, ya que la cinta es toda una auténtica pesadilla, en la que parece que lo único que se pretende es poner un horror detrás de otro, a cual más terrorífico, con manos que salen de un extraño colchón ensangrentado y que parece que pretenden llevar al espectador a un infierno sin fin , con personajes despellejados y monstruos de los que salen unos tentáculos dotados de cuchillas y otras atrocidades por el estilo para martirizar a los sufridos actores y también a los espectadores.
Una vez más los que tienen más trabajo son los hombres de los efectos especiales y maquillaje, puestos al servicio de una imaginación desbordante para provocar todos los horrores que se puedan imaginar.
Hay una gran abundancia de hemoglobina y un surrealismo que lo inunda todo que hace prácticamente imposible de poner en pie el más mínimo argumento que tenga una cierta coherencia.
Premio Saturno a la mejor música de la Academia de Ciencia ficción, fantasía y horror USA.
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