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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hace ocho años Walter Hill y sus compañeros de guion crearon unos nuevos personajes en la película Límite 48 horas (1982) que tuvo una buena carrera comercial resultando un producto bastante aceptable.
En cierto modo la incorporación de aquel personaje tan simpático y dicharachero, descarado y sinvergüenza, le valió a Eddie Murphy para el lanzamiento de su carrera.
Hoy día, al cabo del tiempo se hace una segunda parte, y se vuelve a utilizar a la misma pareja que formaron aquellos personajes, Eddie Murphy, ya consagrado, figura en el primer lugar en el reparto, aunque su papel siga siendo en cierto modo el segundo de los dos que formaban aquel dúo, el policía Jack Cates y el delincuente Reggie Hammond y además se inventa la historia que ha firmado con el seudónimo de Fred Braughton y participa en la producción del film.
Las cosas han cambiado, pero los personajes apenas, tal vez uno más delgado y el otro algo más viejo, pero siguen siendo los mismos, envueltos en un nuevo lío y con un esquema más o menos similar al de la primera cinta, que se aprovecha para que vuelvan a actuar de nuevo los dos juntos en otra aventura.
Jack está en apuros, ya que sigue persiguiendo desde hace años a El témpano ante la incredulidad de sus superiores, lo cual le cuesta algún que otro disgusto grave, como perder su placa y su arma y estar a punto de poder entrar en prisión por la muerte de un delincuente.
Después de haber sido suspendido por exceso de celo en la persecución del rey del crimen, Jack irá a prisión si en 48 horas, no da con el escurridizo criminal que ha contratado a un par de matones para que acaben con Reggie que ha salido de prisión tras cumplir siete años de condena al haber sido acusado de cometer un robo en la misma cárcel.
48 horas fue el tiempo que ambos tuvieron para conocerse por primera vez y ahora la relación entre los dos se ha deteriorado.
Reggie ha tenido que cumplir esos años de prisión, mientras que Jack ha seguido con su implacable papel de policía y ahora está en apuros.
Ambos están mucho más quisquillosos y los dos tienen muchas más cosas en juego.
Nuevamente recurrirá a Reggie para que le ayude a salir de este enredo, en el momento en que éste de nuevo acaba de salir de cumplir otra condena.
Jack no piensa que está por encima de la ley, sino simplemente cree que él es la ley, pero ahora tiene 48 horas para aclarar su situación o lo echarán del cuerpo de policías y le enviarán a prisión por matar a un hombre.
Las incidencias, unas tomadas en broma y otras en serio, hacen pasar el rato divertido, aunque curiosamente, como ocurría en la primera haya algunas situaciones no muy claras y algo embarulladas en el guion a la hora de contarlas en imágenes.
La simpatía que derrochan los dos actores protagonistas contribuyen al divertimento con algunas escenas que están muy bien filmada y resueltas por parte de la dirección que aporta Walter Hill, todo un especialista en el género.
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