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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta es la historia de tres ancianos ermitaños que han elegido retirarse del mundo y vivir en la belleza de la naturaleza de los bosques de Abitibi, en Canadá, con espectaculares paisajes y cercano a un espléndido lago, aislados del mundanal ruido.
Al tiempo que un gran incendio forestal amenaza la región, alguien llega hasta su escondite, Rafaëlle una joven fotógrafa que está entrevistando a las personas supervivientes del incendio más mortífero que se ha producido en toda la región de Ontario a principios del silo XX, y de paso busca a un tal Ted Boychuck.
Y no es la única, porque poco después también llega al lugar Gertrude, una mujer de más de 80 años, recluida en un psiquiátrico desde muy joven, que tras asistir al entierro de su hermano no desea volver a la residencia de donde la sacó Steve, su sobrino, y la lleva a vivir con ellos con lo que hará cambiar sus vidas.
Uno de ellos, Ted Boychuck, había muerto, tan sólo quedan Charlie y Tom. El primero se salvó de un cáncer, abandonó a su familia y se fue a vivir solo al bosque.
Tom era cantante y estuvo a punto de morir alcoholizado e hizo lo propio.
Ted era pintor y en su solitaria cabaña plasmó su visión del incendio y cómo caen los pájaros muertos del cielo motivado por el calor, lo que da el título a la novela y también a la película de donde es extraída esta historia sobre la vejez y la soledad.
Mientras intentan comprender la vida de Boychuck a través de sus pinturas, Rafaëlla pretende hacer una exposición de los lienzos de Ted, aunque Tom se opone a ello.
Entre tanto algo extraordinario surgirá entre Charlie y Gertrude que ahora se ha cambiado el nombre a Marie-Desneige, ya que entre ellos se producirá una historia donde se demuestra que el amor puede nacer a cualquier edad.
El guion que ha escrito la directora, Louise Archambault, está basado en la premiada novela Y llovieron pájaros de la escritora de Quebec, Jocelyne Saucier, publicada en 2011, sobre la libertad y el amor en los tiempos postreros de la existencia.
Es un drama sobre la ancianidad con su punto de intriga que auna otras artes además del cine, como en este caso la pintura y la fotografía.
La historia sigue a esas personas de avanzada edad, que viven lejos del mundo y el ruido de la ciudad, en un bosque cuyas vidas se verá alterada así como la paz y la tranquilidad que buscaban.
La narración se ve interrumpida de vez en cuando con imágenes en blanco y negro sobre el citado incendio al parecer histórico sobre el que se ha montado este relato, además de con las canciones que canta Tom.
Está contada al ritmo que marca el devenir de la vejez de los protagonista y posiblemente le sobre algunos metros ya que se alarga conociendo la vida anterior de cada uno de ellos.
Es el tercer largometraje de la directora canadiense Louise Archambault, de la que ya conocíamos su anterior título Gabrielle (2013) sobre una joven de 22 años con Síndrome de Williams.
Lleva la narración de forma clásica, con delicadeza y sensibilidad, sobre los temas que trata.
Posee un buen trabajo de los veteranos actores que protagonistas Andrée Lachapelle, Gilbet Sicotte y Rémy Girard, con una escena de cama de las más tiernas que se haya visto en mucho tiempo en una pantalla.
Es la obra póstuma de la actriz Andrée Lachapelle, fallecida poco después el 21 de noviembre de 2019 a la edad de 88 años.
Premio Dragón en el Festival de Göteborg. Premio de la solidaridad en el Festival de cine de San Sebastián. Premio Canadian Screen para Remy Girard. Premio del público, a la actriz Andrée Lachapelle y al actor Gilbert Sicotte en la Gala del cine de Quebec. Premio al mejor film en el Festival Victoria de Canadá.
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