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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras la aparición de Viernes 13 (1980), que logró un gran triunfo de público, tuvo una continuación y como el éxito continuaba se exprimió por tercera vez el limón y lo hizo añadiéndole el aliciente de las 3 Dimensiones.
Pero lo que no cabía esperar es que los norteamericanos fueran tan masoquistas que quisieran que se les volviera a contar lo mismo con más o menos parecidos asesinatos por cuarta vez, aunque al parecer y a juzgar por el título de esta nueva entrega se trata del último capítulo.
Después de ser herido de muerte en la cabeza por Chris Higgins y llevado a la morgue, el asesino Jason Voorhees resucita espontáneamente y se embarca en una nueva ola de crímenes mientras regresa a su casa en Camp Crystal Lake.
En el campamento vive el joven Tommy Jarvis con su madre y su hermana mayor y en una casa cercana a la suya se instala un grupo de adolescentes.
Tras matar a la madre de Jarvis va a por la hermana de éste.
Pero mucho nos tememos que tal como termina la película el pequeño asesino no siga en un nuevo film haciendo de la suyas, aunque todo es posible en el cine.
Casi es innecesario volver a repetir, una vez más, que se trata de la misma historia.
De nuevo vuelve a suceder que en Crystal Lake se reúne una serie de personajes dispuestos a ser asesinados por Jason que, a pesar de terminar en la cinta anterior con la cabeza abierta por un hacha, resucita para seguir haciendo de las suyas.
Aquí comienza cargándose a un médico, a la enfermera y a un puñado de chicos y chicas que celebran un guateque en una casa cercana al lago.
Entre crimen y crimen se le introduce algún escarceo amoroso o escena erótica, mientras que los espectadores hacen apuestas sobre qué nueva arma va a emplear el mortal asesino o cómo va a liquidar a su próxima víctima.
En esta película lo único destacable es la serie de efectos especiales de Tom Savini y la abundancia de sangre que origina cada uno de los asesinatos, ya que por lo demás, los jóvenes e inexpertos actores deambulan a sus anchas ante una pobre dirección que otra vez vuelve a cambiar recayendo ahora en Joseph Zito, que es el cuarto título de su filmografía, del que recordarán El asesino de Rosemary (1981).
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