![]() |
|
CRITICA
Por: PACO CASADO
El musical norteamericano tuvo sus grandes nombres en años 30 y 40, que fueron abatidos y sustituidos por la renovación que llevó a cabo el dúo compuesto Gene Kelly y Stanley Donen al comienzo de los años 50.
Tiempos de esplendor fueron aquellos años en los que se lograron grandes obras maestras que están en la mente de todos los buenos aficionados.
Pero aquella etapa quedó definitivamente cerrada con la culminación de toda una época con West Side Story (1961), que al mismo tiempo sería la llave para abrir nuevos caminos a este género y estilo cinematográfico.
El musical de corte dramático había nacido.
'Cabaret' (1972) se inspira en una obra literaria titulada Adiós a Berlín, de Christopher Isherwood, que fue convertida en obra teatral en 1951 por John van Druten.
De ella se hizo una versión cinematográfica con el título de 'I am a cámera' (1955) de Henry Cornelius y en 1966 Joe Masteroof la resucitó para los escenarios de nuevo en forma de opereta musical con el nombre de Cabaret, título que también respeta Bob Fosse para su versión fílmica
Bob Fosse, antiguo bailarín, actor y coreógrafo en el mundo del espectáculo del Broadway neoyorquino, hizo sus pinitos en el cine en algunas películas, entre ellas en Mi hermana Elena (1955), de Richard Quine, dentro del género musical, hasta que llegó a la realización con Noches en la ciudad (1969), que se basaba en Las noches de Cabiria (1957) de Federico Fellini, en la que apuntaba ya algunas cosas y ensayaba algo de su estilo como realizador cinematográfico., aunque entonces estaba aún por madurar, conservando no obstante mayor categoría como coreógrafo que como director de cine, especialidad primera en la que actualmente sigue teniendo un puesto destacado como uno de los de más prestigio.
Con 'Cabaret' (1972) vuelve a ensayar, y esta vez ha conseguido, un logro mucho más perfecto que en la anterior ocasión.
Ha preferido decantarse por el musical dramático, en el que en cierto modo ya se podía inscribir su anterior film, y lo ha situado en unos momentos que comenzaban a ser una auténtica pesadilla, en el Berlín de 1930.
Esta recreación de aquella época le da lugar a Fosse a conseguir de entrada un buen logro por la perfecta ambientación que posee la cinta.
Sus personajes parecen extraídos de la misma realidad y el espectador parece vivir en muchos momentos sentado en una silla del cabaret más que en la butaca del cine.
El dramatismo de este musical está perfectamente reflejado en varias facetas, desde el inicio del conflicto político que se fragua en aquellos años y que tan sólo esboza como ambientación un tanto al margen de la historia que verdaderamente le interesa, dando únicamente unas pinceladas del mismo, sin inmiscuirlo de forma directa en la acción, hasta el drama central de la protagonista, una chica que sueña con llegar a ser una gran actriz a costa de hacer sacrificios, pero que es consciente de que este sueño no se llegará a realizar nunca, sin olvidar el drama de la pareja de judíos como historia lateral o la del propio conde, igualmente marginal, y únicamente esbozada.
Este mismo sentido dramático está igualmente dado en la propia decoración del cabaret, con ese estilo de los años 30 que tantas veces nos ha reflejado con nostalgia Federico Fellini, que nos recordaba en muchos momentos su Luces de variedades (1950) dirigida Federico Fellini y Alberto Lattuada.
Esto mismo nos trae a la mente la cara apayasada de Liza Minnelli, con suyo trabajo podemos decir que ha nacido una estrella, emulando el título de aquella película interpretada por su madre, la gran Judy Garland, que inexplicablemente no llegó nunca a nuestras pantallas.
Liza Minnelli está aquí como una gran actriz haciendo una creación verdaderamente portentosa, plena de facultades y con la que parece haber heredado toda la veteranía de su madre y la sapienza del musical que posee su padre, el gran Vincent Minnelli.
No le van a la zaga los otros actores que forman la cabecera del reparto, aunque tienen menos posibilidades de lucimiento, destacando quizás Joel Grey, el animador del cabaret, actor que ya había interpretado este mismo personaje en la obra teatral por el que consiguió un gran éxito, teniendo así ganado el puesto en esta ocasión.
El montaje es original y la coreografía del propio Bob Fosse es también digna de elogio y mención por lo insólita que resulta, con números musicales muy conseguidos como el de Money Money o incluso uno en que Liza Minnelli canta una canción a contraluz consiguiendo un efecto plástico de una gran belleza y notable perfección fotográfica.
Todo raya a gran altura de calidad cinematográfica y coreográfica: la música, los números de danza, la interpretación, la historia de amor y muerte...
Bob Fosse, por todo ello, será desde ahora un nombre a tener en cuenta en este difícil género del musical, así como Liza Minnelli tiene ya ganado un puesto entre las grandes estrella del firmamento de Hollywood.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE