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CRITICA
Por: PACO CASADO
En los últimos tiempos el cine americano está haciendo incursiones en el campus universitario.
En este sentido hemos visto algunas películas que nos mostraban el lado desenfadado de los estudiantes, como “Los incorregibles albóndigas”, “Desmadre en la Universidad” y otras.
Estas cintas no añaden nada nuevo sino que son simples pretextos para la diversión.
En esta ocasión el tema planteado es más serio, aunque tampoco llegue a mostrarnos la rebeldía de los estudiantes ni nada parecido, simplemente un relato normal de la vida de un estudiante de derecho en la famosa Universidad de Harvard, sus dificultades con un profesor y sus amores con la hija de este que le enseñará a rebelarse como ella contra su padre, a fin de que no influya en su conducta futura.
A pesar de que el tema es un tanto personal y localizado, logra agarrar la atención del espectador, que va viendo desfilar ante sí toda una galería de estudiantes americanos, de sus formas de vida y estudio e incluso del comportamiento de los profesores, muy determinado en este caso en los métodos socráticos del profesor Kinggsfield, del que logra un trabajo perfecto del veterano John Houseman.
En este mismo sentido encontramos bien encajada la figura del protagonista en el joven actor Timothy Bottoms, secundado por la simpática actriz Lindsay Wagner.
James Bridges, director de “El síndrome de China”, construye una película de forma sólida, partiendo de su propio guion, aunque dada su larga duración se podía haber aligerado en algunos momentos algo vacíos o tópicos..
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