|
CRITICA
Por: PACO CASADO
El director de cine malayo, aunque criado en Australia, James Wan, todo un especialista en cine de terror, hizo el primer Expediente Warren en el año 2013 que sorprendentemente tuvo un gran éxito, en el que contaba el caso real de unos granjeros que notaban espíritus malignos en su casa y llamaron al matrimonio Warren para saber qué es lo que pasaba allí.
El éxito de taquilla animó a James Wan a una segunda entrega, realizada esta vez tres años después, en 2016, en la que el citado matrimonio se desplazaba hasta Londres para saber qué le ocurría la hija menor de una mujer soltera e informara a la Iglesia sobre el caso.
La buena acogida por el público de estas dos películas ha hecho que los productores se hayan decidido a hacer un nuevo capítulo en el que vuelve el matrimonio compuesto por Ed y Lorraine, investigadores cristianos reales, que se ven inmersos en hechos paranormales en esta tercera entrega de la serie.
En este caso la historia está ambientada en Estados Unidos en los años 80 y ambos deberán afrontar un nuevo hecho real que se presenta en un hombre, Arne Cheyenne Johnson, acusado de asesinato tras haber sido poseído por un demonio.
El relato comienza en Brookville, el 18 de julio de 1981, cuando el pequeño David Glatzel, de ocho años, se siente mal y piensan que está poseído.
Han llamado a un sacerdote, está también el matrimonio Warren y cuando el niño se va a la cama se levanta aterrorizado gritando, se encierra en el baño y cuando la familia entra él ataca a uno de ellos con un cuchillo.
Llega el sacerdote y el exorcismo comienza y en un momento determinado Arne toma al niño y le pide al demonio que lo abandone y lo posea a él y así sucede.
El arranque supone una secuencia completa de cerca de diez minutos realmente espectacular y de lo mejor de este film.
Después vendrá el asesinato el 24 de noviembre de 1981 del que es acusado un poseído Arne al que la abogada, en principio, no admite defenderlo como tal.
A partir de ahí hay un flack back de cinco años atrás para saber algo más sobre esta familia y cómo se conocieron Ed y Lorraine, entre otros sucesos que terminan por componer el resto de esta historia que no vamos a desvelar para no quitarle emoción.
Creemos que el argumento se enreda un poco con la entrada de otros personajes como un detective, un sacerdote retirado, una ocultista y elementos malignos como una maldición que sólo se quitará si se rompe el altar donde fue hecha.
Todo ello termina en un final un poco farragoso en donde se vuelve de nuevo a procurar impresionar al espectador con los fenómenos extraños, las apariciones diabólicas y los efectos especiales que tanto gustan a los espectadores jóvenes de hoy que disfrutan con este género terrorífico.
En esta ocasión no está a los mandos James Wan sino que se ha hecho cargo de la dirección Michael Chaves, que ya debutó en la realización de un largometraje precisamente con una cinta de este género, La llorona (2019), producida por Wan, en la que una mujer y sus hijos se ven arrastrados a una situación aterradora.
Está bien filmada con una buena ambientación, correcta interpretación, pero sin la fuerza de Wan y se estropea en los minutos finales, ya que no aporta nada nuevo que no conozcamos.
Patrick Wilson y Vera Farniga ya se saben sus papeles de memoria aunque en esta ocasión hacen también de detectives, mientras que el pequeño Julian Hilliard está muy bien en la secuencia inicial del exorcismo.
En los créditos finales se pueden ver imágenes reales del matrimonio Warren. Ella falleció a los 92 años en 2019.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
AUDIOS
PREMIERE