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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una de las fuentes donde con frecuencia beben los guionistas para obtener los argumentos para confeccionar sus historias es el teatro, pero no siempre logran quitarles el tufillo a las tablas a la hora de pasarlas a convertirlas en imágenes puramente cinematográficas.
N o es el caso del famoso dramaturgo norteamericano de origen irlandés John Patrick Shanley que debutó como guionista con Cinco esquinas (1987) y ese mismo año ganó el Oscar por el guion de Hechizo de luna (1987).
Tres años después probó suerte también como director con 'Joe contra el volcán' (1990) y tras hacer 'La duda' (2008) nos llega ahora con su tercer largometraje 'Una canción irlandesa' (2020) basada en su propia obra de teatro musical 'Outside Mulingar' en 2014, al igual que la anterior que también era una obra escénica.
El bueno y tímido de Anthony Reilly y la guapa y terca Rosemary Muldoon, son dos personas cuyas familias se ven envueltas en una lucha de rencillas familiares por una parcela que separa sus dos granjas cercanas adyacentes.
Ella está locamente enamorada de él desde que tenía seis años, pero Anthony no hace el menor caso a las insinuaciones de su atractiva vecina.
Un día muere Chris, el padre de Rosemary, que era muy aficionado a disparar a los cuervos, quedando viuda su esposa Aoife que vive con su hija Rosemary.
Por su parte a Anthony no le gusta la granja ya que se siente atrapado en ella y Tony, su viudo padre, quiere vendérsela a su rico sobrino Adam, que vive en Nueva York, que está ilusionado con ser granjero y con ese motivo visita Irlanda y quiere comprarle la parcela intermedia a Rosemary.
Anthony no se atreve a pedirle matrimonio a Rosemary que poco tiempo después muere también su madre quedando sola.
De pequeña su padre un día le puso el disco de El lago de los cisnes, de P. I. Tchaikovsky y le dijo que ella era el cisne blanco, que el mundo sería suyo, y que son las mujeres la salvación del mundo.
Es una pequeña y sencilla historia de amor situada en los espléndidos paisajes irlandeses con un alto grado de lirismo en la que se disimula bien su procedencia teatral, aunque tenga algunas escenas de charlas entre los protagonistas unas veces en interiores otras en bonitos escenarios naturales de la verde Erin.
Hay momentos en que nos recuerda a 'El hombre tranquilo' (1952), de John Ford, salvando las distancias, tal vez por aquello de que también era una historia irlandesa, por la protagonista Emily Blunt con su cabello del mismo color que Maureen O'Hara y con una problemática también de una cuestión de propiedades.
Aunque desde el inicio se sabe y se ve que el final de la pareja protagonista es previsible, sin embargo hay un cierto encanto en la forma de llevar la relación por parte de ella que demuestra tener más carácter como también le ocurría la Mary Kate Donaher de aquella otra historia.
El estupendo trabajo de Emily Blunt es un añadido más para que esta agradable historia romántica cale en el espectador, a la que le da réplica un sosito Jamie Dorman, o ese es su papel...
La traducción del título original de este film Tomillo silvestre de la montaña, está extraído de una canción popular celta que en dos ocasiones canta la pareja protagonista.
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