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CRITICA
Por: PACO CASADO
El mito del famoso conde Drácula parece que tiene cuerda para bastante rato.
Más de un centenar de películas, con más o menos variantes, se han realizado hasta la fecha sobre la novela escrita por Bram Stoker.
Por ello no es de extrañar ver esta nueva versión cinematográfica producida por el cine norteamericano, en la que encontramos a Drácula en las costas inglesas.
La acción transcurre en el año 1913 en el que el Conde Drácula, encantador, seductor y siniestro vampiro, viaja hasta Inglaterra para adquirir una vieja Abadía y en busca de una novia que sea inmortal.
Durante el viaje, cuando naufraga el barco, muere toda la tripulación, al parecer asesinada por un misterioso animal y el único superviviente es él, que es descubierto en la playa por Mina Van Helsing que está visitando a su amiga Lucy Seward, y ambas tratan de que el conde se sienta bien en su visita inglesa.
Mientras repara su nueva mansión Drácula recibe la hospitalidad de la familia vecina, pero las desgracias siguen sucediéndose.
Mina, joven invitada en el mismo lugar también muere.
Su cuello presenta dos orificios cuyo origen nadie acierta a explicar.
Es de extrañar que se haya atrevido a realizar una nueva versión un director como John Badham, que procede del medio de la televisión, que se hiciera notar con un film musical como 'Fiebre del sábado noche' (1977), y que dé un giro de ciento ochenta grados para hacer esta cinta perteneciente a un género totalmente tan distinto.
No obstante algo de aquella película podemos encontrar también en ésta.
En este caso Drácula no es un ser horrible, sino una persona elegante, guapa y atractiva, lo que se llama un galán de esos que enamora a las mujeres, como ocurría en aquella otra con el protagonista encarnado por John Travolta.
Al igual que en aquella otra, la música del siempre espectacular y excelente John Williams, tiene igualmente aquí una notable importancia, ya que le da un mayor sentido al espectáculo que supone esta cinta.
El guion, como se apunta en la ficha técnica, procede esta vez directamente de una obra teatral, la escrita para la escena por Hamilton Deane y John L. Balderston, lógicamente inspirados en los caracteres creados para su novela por Bram Stoker, que ha confeccionado W.D. Richter.
Otro de los puntos interesantes es el de los bien logrados efectos especiales que tan notablemente contribuyen al lucimiento de la historia, a la que se le han introducido algunas modificaciones, como por ejemplo el manicomio que dirige el doctor Jack Seward, que no aparece en las anteriores versiones o la espectacular muerte de Drácula, realizada de una forma con gran belleza en este caso.
John Badham mueve la cámara con agilidad, con soltura, a veces siguiendo el ritmo de las imágenes, cosa que tiene bien aprendida de lo musical de la citada obra anterior.
Los actores se comportan muy bien con un trío de probada eficacia a la cabeza del reparto como Frank Langela, Laurence Olivier y Donald Pleasence, lo que contribuye al logro de esta nueva versión del eterno mito vampírico.
Premio Saturn al mejor film de horror de la Academia de ciencia ficción, fantasía y horror. Premio IFMCA a la música de John Williams.
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