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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos ante un producto de serie B, una coproducción europea entre tres países. Su director es el realizador británico John Glenn, que en sus mejores tiempos, que fueron los años ochenta, dirigió varios de los films de la serie de James Bond, como 'Panorama para matar' (1985), 'Sólo para tus ojos' (1981), '007 Licencia para matar' (1989).
Esta cinta se basa en la novela, The Heat of Ramadan, de Steven Hartov, autor que perteneció a la Fuerza Aérea y al Servicio de Inteligencia israelí, por lo que sabe lo que se trae entre manos, ya que lo que cuenta está inspirado en un hecho real.
En este relato se nos da una visión del conflicto palestino-israelí, con un agente secreto del Mosad al que se le encarga la busca y captura de Amar Kamil, considerado el terrorista palestino más peligroso del momento, pero eso es una trampa.
Confesamos no estar muy al tanto de la política internacional ni del conflicto bélico entre israelíes y palestinos, pero es que el guión de esta película no es muy clarificador que digamos y a veces confunde tremendamente al espectador.
No se ha podido hacer peor elección para protagonizar este film que Christopher Lambert, del que ya hemos visto este año dos títulos nefastos, Druidas (2001) y Los inmortales: juego final (2000), a los que hay que añadir este tercero, que no le va a las zaga a los anteriores.
Lo mejor, la presencia de la neozelandesa Kerry Fox y Maryam d'Abo, que ya fue chica Bond en '007: Alta tensión' (1987)..
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