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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras ser la producción elegida para inaugurar la 78 edición de la Mostra de cine de Venecia, donde Penélope Cruz ganó la Copa Volpi a la mejor interpretación femenina, llega a las carteleras españolas Madres paralelas (2021), de Pedro Almodóvar.
Janis y Ana son dos mujeres solteras que se conocen en la maternidad del hospital, ambas a punto de dar a luz y coinciden en hacerlo el mismo día, cada una tiene una preciosa niña Cecilia y Anita, respectivamente, y ahí comienza una larga amistad entre ellas debida a ese encuentro casual.
Es la historia de estas dos madres atribuladas en una trama de identidades confusas y memoria histórica.
Janis es una mujer madura que linda los cuarenta cuyos antepasados tienen antecedentes con la Guerra civil española, y no se arrepiente de tener a su hija, mientras que Ana es casi una adolescente sin apenas pasado, con miedo e incertidumbre, sin ningún entronque político, que estaba asustada antes del parto, pero después quiere a su hija Anita con una alegría irrepetible, lo que le une de alguna manera a su madre, actriz de teatro que piensa más en triunfar en su carrera que en atender a su hija a la que recoge en estas circunstancias tras haberse separado de su marido que es quien se hizo con la patria potestad de la niña.
El embarazo de la primera es debido a un acto de amor, el de la segunda fruto de una violación y chantaje no denunciada por miedo al escándalo.
La historia no es más que una mirada a la vida de estas dos madres tan diferentes en edad, que dan a luz el mismo día y que el destino las unirá de una manera inesperada y fortuita.
Pedro Almodóvar vuelve una vez más a su línea de cine femenino en el que lo hombre apenas cuentan, a su mundo en el que no pueden faltar las madres, antes era la suya, ni tampoco el pueblo con sus mujeres y sus problemáticas.
En esta ocasión corre paralelo, como el tema de las madres, una cuestión de la memoria histórica, en la que se trata de desenterrar los cadáveres de unas personas fusiladas durante la guerra civil que se encuentran en una fosa común, entre los que se encuentra el abuelo de Janis, de lo que se encarga Arturo, un antropólogo forense, que pertenece a una asociación que se dedica a esos menesteres, que a su vez es el presunto padre de la hija de Janis, a la que conoció en una sesión de fotografías, ya que ella ejerce esa profesión.
Este tema nos parece que es un postizo que tiene más bien una intención de propaganda política que se sale del contexto, aunque sea la excusa para meter al personaje de Arturo.
Por otra parte la historia se va haciendo previsible a cada paso que da el argumento con cuestiones que parece que serán muy evidente que sucederán.
No nos parece la mejor película de Almodóvar como algunos compañeros la han considerado, ni tampoco tan mala como la tachan otros.
Sí hay que reconocer que Almodóvar tiene ya tiene 71 años lo que le da una veteranía y que sabe rodar muy bien y sobre todo conoce los métodos para sacar lo mejor de las actrices, como en este caso de Penélope Cruz, que está cada vez más madura y tiene aquí un trabajo espléndido, e igualmente de Milena Smit que hace su segunda incursión en el cine tras actuar en No matarás (2020) de la que hace una auténtica transformación de la primera parte a la segunda con su nuevo look.
Sobrio el breve trabajo de Aitana Sánchez Gijón en el papel de Teresa, la madre de Ana, una mujer sin instinto maternal.
Una vez más Alberto Iglesias se encarga de poner fondo musical a este melodrama almodovariano.
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