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CRITICA
Por: PACO CASADO
A pesar de su nombre, Abel Ferrara es un controvertido director norteamericano de 70 años, que nació en el Bronx, de ascendencia italiana e irlandesa, que desde muy pronto comenzó a gozar del favor de la crítica e incluso para algunos se ha convertido en un cineasta de culto.
En sus película suele abundar la violencia, pero también con cierta frecuencia incluye en ellas imágenes religiosas o recurre a la fe y la redención y sus personajes, generalmente, son seres perseguidos o atrapados en situaciones peligrosas.
Ese puede ser muy bien el caso de J. Jericho, un soldado norteamericano, que está de servicio en Roma, que ve cómo la Basílica de San Pedro vuela en pedazos por los aires y se embarca en la aventura de descubrir quién ha sido el culpable de tamaño desafuero, los motivos que ha tenido para ello y en todo caso tratar de defender al mundo entero de su posible destrucción.
Hemos querido incluir esta especie de sinopsis para poder dar una pista al posible espectador que acuda a ver este film, porque empezando por el propio protagonista, Ethan Hawks, que confiesa que desde que recibió el guion e incluso después de terminar de rodar y verlo, confiesa que no sabe de qué va, como se puede ver tanto al inicio de la proyección como al término de la misma en las imágenes que se incluyen con las declaraciones a cámara, en cuyo argumento en ningún momento se sabe qué es lo que está ocurriendo.
Nunca habíamos visto que en una cinta se incluyeran las declaraciones de un actor como promoción de la misma (¡!) y que tras elogiar el cine de Abel Ferrara, en cierto modo no sean muy beneficiosas para su lanzamiento.
Confesamos que en su día algunos títulos suyos nos interesaron como Bad Lieutenant (1992) que fue posiblemente el que lo lanzó o El funeral (1996), su mejor trabajo, a nuestro parecer, que eran bastante válidos.
Esta vez las imágenes nos ofrecen un constante ir y venir de un lugar a otro de J. Jericho (Ethan Hawks) en una situación de pandemia, mascarilla incluida, encuentros con una mujer que le pregunta qué hacen los americanos en su país; en otro momento un ordenador encendido le indica que huya de allí o es apresado y obligado a inseminar a una mujer, que no se sabe a qué viene eso.
En otra secuencia de esta película, una de las más oscuras y anárquicas de Ferrara, rodada en digital, conocemos que Justin, su revolucionario hermano está en prisión, pero allí está seguro, ya que si sale no duraría ni diez minutos, con lo que sabe.
Ambos hermanos, gemelos, los interpreta Ethan Hawke y en el reparto figura también Cristina Chiriac, esposa del director en un breve papel.
Así podríamos seguir citando escenas inconexas, siempre filmadas de noche con una fotografía muy oscura, que a nuestro parecer no tienen un fin determinado y a lo largo de las mismas se nos ofrecen frases como "El mundo es el escondite de Dios" o "Yo he hecho lo que tenía que hacer, haz tú lo que te toca a ti" atribuida a San Francisco.
En fin, juzguen ustedes si la ven, porque personalmente nos parece un film fallido por completo y sin sentido, aunque igual estamos equivocados.
Premio a la mejor dirección en el Festival de Locarno.
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