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CRITICA
Por: PACO CASADO
La cinematografía australiana sigue su inteligente política de introducción en todos los mercados, incluidos el norteamericano, con el que no tiene ningún inconveniente en aliarse y de emplear sus mismas fórmulas de los años dorados del cine de Hollywood.
Aquí se trata de una película de aventuras, cuya acción se sitúa en el año 1965 en Indonesia, y más concretamente en Yakarta, lugar al que llega Guy Hamilton, un joven periodista, dispuesto a ganarse el puesto en su primer trabajo como corresponsal extranjero, enviado por su medio informativo, una cadena de radio y televisión australiana, intentando desenvolverse en la agitación política imperante durante el gobierno del presidente Sukarno, con la ayuda de Billy Kwan, una fotógrafo de baja estatura.
Allí se reúne con los demás corresponsales, donde conoce a Billy Kwan, que le sirve de camarógrafo y que le facilita su primera entrevista importante con un dirigente del partido comunista indonesio y será también quien le presente a Jill Bryant, una diplomática, espía inglesa, de la que acabará por enamorarse.
El film termina con el golpe de estado que derrotó a Sukarno, el primer presidente de la República de Indonesia tras la independencia del archipiélago, en el que perdieron la vida más de medio millón de personas, con escenas que muestran la cruda realidad de las ejecuciones comunistas del duro régimen militar.
Es una cinta de aventuras con las características clásicas de todos conocidas, de héroe, en este caso periodista, que lucha por la libertad desde su tribuna informativa, que se enamora de una chica, espía inglesa, que al final le esperará al pie de la escalerilla del avión en el último minuto antes del despegue.
En medio de todo ello hay una especie de bocadillo con una serie de aventuras con situaciones que rellenan las casi dos horas de duración y en las que Peter Weir, uno de los más conocidos directores del cine australiano, autor entre otros títulos de Panic at Hanging Rock (1975) o Gallipoli (1981), pierde el ritmo en ocasiones, mientras realiza con convicción, dirigiendo a actores como Mel Gibson, a quien recordarán de su éxito en Mad Max. Salvajes de autopista (1979), Sigourney Weaver, la actriz protagonista de Alien, el octavo pasajero (1979) y Linda Hunt, que fue la madre de Bruto en el Popeye (1980), de Robert Altman.
Tiene una banda sonora con una adecuada partitura musical compuesta por el francés Maurice Jarre.
Oscar a Linda Hunt como actriz de reparto que también ganó el premio del Instituto australiano, el de los críticos de Boston, Kansas, Los Angeles, Nueva York y el NBR. Premio del CEC a la mejor cinta extranjera.
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