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CRITICA
Por: PACO CASADO
Étienne Carboni es un actor, ya entrado en años, para el que ha pasado su mejor momento, no tiene trabajo, y un día se presenta ante la directora de la cárcel de su localidad y le propone algo que a ella le resulta realmente impensable, como es dar lecciones de teatro a los allí reclusos, marcándose como objetivo, poder llegar a representar algún día una obra en un escenario.
Al principio éstos se sienten reticentes, pero poco a poco se van apuntando al grupo e incluso ellos mismos creen que eso no es posible y se burlan, pero en algún momento hasta les resultan divertidos los ejercicios que les manda a hacer y se lo pasan muy bien.
Comienzan por hacer que reciten alguna fábula que pasan a representar, lo que supone un divertido éxito entre los propios internos, lo que les anima a tratar de representar una obra de teatro y la elegida es la del Premio Nobel Sanuel Beckett Esperando a Godot, escrita en los años 40, una famosa obra representativa del teatro del absurdo, para lo que se marca seis meses para lograrlo.
El guion está claramente dividido en dos partes, una primera hora en la que está dedicada a los ensayos que, a pesar de estar todo el tiempo metidos en una sala de la prisión, se puede pensar que resulte algo teatral, pero no por ello resulta menos divertido con las ocasiones cómicas que se producen, además de la petición del consentimiento de la directora de la prisión y en última instancia de la jueza de dar los oportunos permisos de salida de los presos con el posible riesgo de fuga, para representarla en un teatro público de la ciudad.
La segunda es lo que se origina a consecuencia de ello que no vamos a desvelar para no quitar interés a la trama.
La historia está inspirada en un hecho real similar al que aquí se cuenta que se dio en una cárcel de Suecia en 1986 que a su vez dio lugar a otra obra teatral con los resultados de este experimento, aquí trasladado a Francia en la actualidad.
Tras pasar por el Festival de cine de Cannes fue la elegida para clausurar la Semana de cine de Valladolid.
Esta afable y bienintencionada comedia está producida por el director francés Robert Guediguian, dirigida por Emmanuele Courcol y protagonizada por el actor francoargelino Kad Meran, con cara de buena persona, del que recordarán su éxito cómico de 'Bienvenidos al norte' (2008), en este caso en un papel serio como es el del director de la obra que hace el contraste con los momentos cómicos que provocan los actores, tanto en los ensayos como en las travesuras que hacen en la representación de la obra en el escenario.
Es una divertida comedia que está bien narrada y rodada de manera convencional, con un final inesperado, que muestra el afán de superación cuando se está en las circunstancias especiales en que se encuentran esos hombre, siempre esperando el ansiado día de su libertad como en la obra cumbre del teatro del absurdo Esperando a Godot que nunca llega y así les parece a ellos que piensan que nunca llegará, pero con la esperanza puesta en que algún día será el definitivo de esa larga espera del final de su condena, lo que resulta como una metáfora con la obra teatral que representan de la que a lo largo de la trama conocemos algunos fragmentos.
Hay una leve relación de Étienne con Nina, su hija, en edad estudiantil que permite airearla de las escenas en la prisión.
La dirección está a cargo del actor y guionista Emmanuel Courcol que debutó en la dirección con 'Alto el fuego' (2016), siendo éste su segundo largometraje que le saca bastante partido al texto, dejando un poco libre a los actores para que improvisen.
En el film se da la mezcla del drama de la espera y la soledad de los presos con la comicidad que finalmente se produce entre ellos en algunos momentos, que es lo que se pretende, que el espectador se divierta y en este sentido el propósito está logrado, ya que no faltan ocasiones para la risa.
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