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CRITICA
Por: PACO CASADO
Dentro de la actual costumbre de reponer viejas producciones, unas veces remozadas por nuevas bandas sonoras, otras con el añadido del sonido Dolby Stereo, 'Música y lágrimas' (1954) sirvió en el Festival de cine de Cannes de 1985 para entregar el Premio Internacional a su protagonista, el actor James Stewart, y al mismo tiempo resucitar uno de los grandes éxitos de la productora Universal Internacional de los años cincuenta.
La nueva presentación de esta encantadora película sirve, entre otras cosas, para traernos a la memoria aquel estilo del cine norteamericano característico de una época en la que se realizaban comedias amables y sentimentales que tanto gustaban a los públicos de aquellos momentos y que tal vez los espectadores jóvenes actuales no conozcan.
Sirve también para evocar la figura del gran músico de jazz Glenn Miller, un hombre básico en la música norteamericana de los años cuarenta, tristemente desaparecido para el mundo de la música de jazz en una fría mañana de diciembre de 1944, cuando el avión en el que viajaba de Londres a Francia para actuar ante las tropas americanas, desapareció mientras cruzaba el Canal de la Mancha y su cuerpo nunca fue hallado.
Glenn Miller, el más famoso músico de jazz americano del siglo XX, empezó su carrera en 1925 en una pequeña banda de provincias.
Tras las primeras actuaciones por pueblos y ciudades se instala en Nueva York, y hasta allí llega Helen Berger, su novia de la escuela secundaria para casarse con él.
La fiesta de su boda es una histórica sesión musical dirigida por el gran Louis Armstrong.
Glenn Miller, felizmente casado, continua sus concierto, y sus triunfos se multiplican.
Cuando se halla en la cima de su carrera, su país entra en la Segunda Guerra Mundial y él no dudará en alistarse en las fuerzas aéreas.
Por otra parte también para recordar el cine que realizaba Anthony Mann, un director que igual hacía buenos westerns en espacios abiertos, como la biografía, este es el caso, de uno de los mejores músicos de la historia de este arte que tal vez algunos espectadores actuales, sobre todo jóvenes, no conozcan, embebidos en la música rock y los ritmos actuales de moda.
Un artista que renovó la música de jazz de la década de los años cuarenta e hizo bailar a su ritmo a muchas parejas de la época o desfilar al son de sus estupendas marchas militares.
Ya en este film podemos observar que Henry Mancini hizo los arreglos de las partituras que posteriormente dirigió Josep Gershenson.
Tiene aquí un buen trabajo la pareja protagonista de esta historia compuesta por James Stewart y June Allyson y junto a ellos, como artistas invitados, figuran los músicos Louis Armstrong, Ben Pollack, Gene Krupa, Frances Langford, entre otros.
A pesar de tratarse de una biografía, uno de los géneros más difíciles de llevar al cine, Anthony Mann la conduce con bastante acierto salpicándola de las mejores partituras de Glenn Miller, como Serenata a la luz de la luna, Collar de perlas, Patrulla americana, Pensilvania 6-5000, así como otras que se hicieron igualmente inmortales.
Ganó el Oscar al mejor sonido y fueron nominados el guion y la banda sonora. Y al Bafta fue nominado James Stewart.
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