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RITICA
Por: PACO CASADO
Cuenta una parte de la vida del completo artista italiano, arquitecto, escultor y pintor renacentista, Michelangelo Buonarroti, comenzando en la Florencia de principios del siglo XVI, en unos años en los que a pesar de la fama que le han proporcionado sus espléndidas obras realizadas hasta esos momentos, prácticamente vive en la indigencia, ya que no le pagan los trabajos que ha llevado a cabo, como por ejemplo la pintura de los techos de la Capilla Sixtina.
Tras ello el Papa Julio II, su principal benefactor, le encarga que le haga su monumento funerario y Michelangelo se empeña en un enorme bloque de mármol de Carrara de varias toneladas de peso que ha visto que puede ser el ideal para cumplir con ese empeño, siendo una obra verdaderamente titánica el traslado del mismo hasta el lugar de trabajo.
Entre tanto se ve en medio de la disputa de dos grandes familias los Della Rovere, en esos momentos en el poder que tienen el Papa Julio II y los Medici que le sustituiría con el Papa León X, por obtener su labor artística en su favor.
Finalmente será el Papa León X quien le encarga la fachada de la basílica de San Lorenzo.
En esta ocasión no se trata de la biografía de Michelangelo, sino de la historia de una etapa y al mismo tiempo el retrato parcial de un carácter, de una manera de vivir, de crear, de pensar de un genio como era este hombre capaz de hacer obras maestras de la escultura como La Piedad, el David o el Moisés, entre otras y siempre en disputa con otros artista de su época como Rafael o el escultor Sansovino.
Casi un personaje más de este relato es el rigor histórico con que se ha llevado a cabo la ambientación, con unos escenarios perfectamente elegidos donde se vive la suciedad y casi diríamos hasta el mal olor de los deshechos que se tiran a las calles.
En ningún momento se nos presenta al artista esculpiendo, trabajando en su obra, sino más bien tratando de resolver los problemas que tiene por delante, al tiempo que le encontramos en sus momentos de melancolía, de rabia, de autorreflexión o luchando contra las envidias y conspiraciones del poder y la forma de vivir de la época.
La fotografía de Aleksander Simonov parece contagiarse del arte del artista al ofrecernos la plasmación de los bellos escenarios como si fueran la pintura de un cuadro o también la suciedad de una forma realista.
Alberto Testone es el actor que encarna al gran artista que fue elegido por su parecido físico y del que hace un buen trabajo metiéndose plenamente en el personaje y en la miseria en que vive éste.
Andrei Konchalovsky ha sido el encargado de llevar a buen término este guion escrito con Elena Kiseleva, así como la realización de esta obra tres años después de Paraíso (2016), que nos llega con tres años de retraso, pero vale la pena su recuperación, por la visión que nos da de este genio renacentista.
Finalmente hay que decir que se abusa de una duración excesiva, pero a pesar de ello no pesa en el ánimo del espectador interesando en lo que se nos cuenta y en la manera en que se nos narra, que transciende más allá del mito.
Premio Nika a la fotografía, producción y vestuario.
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