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CRITICA
Por: PACO CASADO
Los avispados distribuidores españoles, siempre al acecho de hacer taquilla, han aprovechado el éxito de Phantasma (1979), de Don Coscarelli, para extraer de la miniserie de dos capítulos titulada 'El misterio de Salem's Lot', para hacer esta película que nada tiene que ver como continuación del mencionado título, para apuntarse un nuevo éxito comercial.
Tobe Hooper es un director norteamericano especializado en el cine de terror, por ello no nos extraña encontrarlo dirigiendo esta miniserie, basada en la novela del famoso escritor especializado en el género Stephen King, que falsamente quiere hacer pasar como continuación del éxito comercial de Phantasma (1979) de Don Coscarelli, que no artístico.
Sin embargo hemos de llamar la atención sobre este film y es que no se parece demasiado a los que había dirigido antes Tobe Hooper.
Mientras que en sus precedentes encontramos obras como 'La matanza de Texas' (1974) o 'Trampa mortal' (1974), por ejemplo, la violencia abundaba en sus imágenes de forma exagerada y con secuencias bastante repulsivas, a veces, en esta ocasión la historia comienza de una manera bastante plácida, cuando un escritor llega a una pequeña población y se enamora de la maestra, al tiempo que se interesa por un gran caserón aislado del pueblo.
Al poco tiempo de llegar a ese lugar, comienzan los problemas.
A partir de ahí la cinta se convierte en una simple historia de vampiros, sin que por ello tengamos que estar en Transilvania, ni soportar las tradiciones en torno a estos, aunque los componentes de este relato apliquen los mismos recursos en su lucha contra los demoníacos elementos, tales como estacas y crucifijos que les queman y les hacen morir.
La película, pues, recurre a los trucos habituales de este género, como las puertas que chirrían, los sobresaltos, seres que desaparecen, asesinatos, etc.
Tobe Hooper, que siempre ha estado habituado a un producción de escaso presupuesto, parece disponer aquí de más elementos, como el caso de los actores e igualmente de medios para la realización, a lo que saca más partido.
La vulgaridad de la historia contrasta con el esmero que ha tratado de poner su realizador en la realización, en cuanto a movimientos de cámara, actores, etc.
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