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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras hacer los guiones y codirigir con Wayne Wang Smoke (1995) y Blue in the face (1995), el escritor y novelista norteamericano Paul Auster, nacido en Nueva Jersey, se decide a hacerlo en solitario por primera vez con 'Lulu on the Bridge' (1998), donde una vez más, como una constante en su obra, vuelve a tocar el tema del misterio de las relaciones humanas.
Hay una frase que pronuncia uno de los personajes en la que dice que "la vida es una ilusión" y tal vez esa sea la mejor y más apropiada definición de lo que es en realidad esta película.
La historia de Izzy Maurer, un famoso saxofonista de jazz, que un día recibe una bala perdida en el pecho durante un tiroteo que se produce en el café donde trabajaba lo que le hace perder su capacidad para tocar, aunque logra salvar la vida, pero no sus pulmones.
Al salir del hospital encuentra el cadáver de un hombre con un número de teléfono en una servilleta y una extraña piedra fosforescente, hecho éste que cambiará su vida por completo.
Izzy se enamora de la mujer a la que pertenece el número de teléfono, Celia Burns, una camarera que está estudiando para ser actriz e Izzy le ayudará para conseguir el papel de Lulú.
Es un relato de amor, a la antigua usanza, con un final realmente diferente, contado con sobriedad y buen estilo al que Paul Auster le da su sello personal, a veces simple y otras tan complejo como son sus propias novelas.
Es también la historia de una liberación narrada a través de los personajes del saxofonista y de la actriz.
Un thriller metafísico, sobre un hombre solo, al que le ocurren cosas extrañas, que se mueven en el territorio de los sueños, donde con una cierta frecuencia se mezcla la ficción y la realidad.
Tal vez sea únicamente el producto de un sueño en el camino hacia la muerte, y todo lo ocurrido tan sólo es imaginado en el transcurso de ese trayecto.
Cada espectador puede interpretarlo como quiera ya que el autor le deja total libertad para ello.
Aquí nada es verdad ni mentira sino según como cada uno quiera ver esta historia.
La película es una pura metáfora, una hermosa pieza literaria en la cuestión de las situaciones y los diálogos, respaldada por un reparto espléndido, donde brillan con luz propia, sobre todos, Harvey Keitel y Mira Sorbino.
Es el primer fruto en solitario de este consagrado escritor y promesa de director.
Este film pasó por los certámenes de Cannes y de Valladolid.
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