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CRITICA
Por: PACO CASADO
Joe Dante es uno de los directores norteamericanos aficionado a las películas de acción y terror.
Ahí están como muestras, por no citar muchas más y hacer la lista interminable, El chip prodigioso (1987) y la ya mítica Aullidos (1980).
Pues bien, en este nuevo film suyo quiere de alguna manera prestar un cierto homenaje a las cintas de serie B de los años sesenta, muchas de las cuales se hacían con escasos presupuestos, en blanco y negro, con argumentos fácilmente encajables en el western, el policiaco o el terror.
Había otros géneros que necesitaban unos presupuestos mayores, pero estos eran fáciles de hacer con actores de segunda fila que no encarecieran mucho el presupuesto total invertido.
La acción se sitúa en el año 1962, cuando hubo una cierta conmoción en los Estados Unidos al descubrirse que había, misiles soviéticos apostado en Cuba, lo que originó una cierta crisis.
En ese ambiente de crispación se desarrolla la historia de Lawrence Woolsey, un pequeño productor cinematográfico que, tras haber hecho una desagradable cinta de terror, Mant, la historia del hombre hormiga se ha quedado sin dinero y pretende dar una sesión matinée para experimentar ciertos efectos especiales introducidos en las butacas de la sala para que dé más sensación de realismo, e incluso algún animador en vivo que imprima más terror a los espectadores.
Era algo así como lo que sería el Sensurround años más tarde cuando se hizo la película Terremoto (1974).
Y la historia de la película en cuestión es la de un hombre convertido en mosca gigante que siembra el terror por todas partes.
Por medio en el film hay un relato de amores y una rivalidad juvenil que anima un poco el argumento.
Cinta correcta y divertida que auna el terror por una parte, el homenaje a estas producciones y la comedia en otros momentos que hace reír en ocasiones.
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