|
CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine norteamericano sigue insistiendo en tratar en la gran pantalla el tema de la familia, entidad tan vilipendiada en los últimos tiempos.
También ha sido centro de atención en diversas películas el tema de la tercera edad.
El matrimonio Tremont, Jake y Betty, son dos ancianos que viven solos hasta que Betty sufre un ataque al corazón y su hijo John, un importante ejecutivo, acude a cuidar de su padre.
John descubre que Jake es como un niño indefenso ante el mundo, ya que su esposa, una mujer organizada y con dotes de mando ha llegado a anular su personalidad.
Entre padre e hijo se establece una fuerte relación de amor que nunca antes habían experimentado.
Mientras su madre se recupera de un ataque al corazón en el hospital, John, paraliza su propia vida para volar a casa y ayudar a su anciano padre que se ha quedado solo de momento.
Aquí se unen ambos temas en un sólo film, ya que el protagonista es un anciano de 78 años, que ha de ser atendido por su hijo, un ejecutivo, que está separado de su esposa y tiene un hijo.
Este trabaja en Walt Street y tiene que cuidar de su padre ante la eventualidad de sufrir un ataque cardíaco la anciana esposa.
Ambos, padre e hijo, tendrán que habérselas solos, y esta relación les unirá más si cabe, ya que posteriormente el anciano sufrirá un cáncer, del que afortunadamente se recuperará de forma inesperada, y tendrá ocasión de vivir así una segunda juventud.
La cinta es todo un canto a la tercera edad, a las ganas de vivir, ya que como dice el protagonista "Morir no es un pecado, todos tenemos que hacerlo, dejar de vivir, sí".
Al mismo tiempo es también una apología del amor que deben los hijos para con los padres cuando estos son ya mayores.
A veces el hombre se ve emparedado como si fuera un bocadillo, como es aquí el caso del personaje de Ted Danson, que se ve en la circunstancia de cuidar a su padre, ya anciano, y a su hijo que aún es un adolescente.
Al primero para ayudarlo en sus últimos días de vida, al segundo para orientarlo y enseñarle el camino a seguir que, en esta rueda de la vida, también le tocará a él algún día.
Esta es la primera película que dirige el joven Gary David Goldberg, un nuevo valor promocionado por la Amblin, productora de Steven Spielberg, que procede del campo de la producción.
Este su nuevo trabajo no lo hace mal, aunque el film tiene algunos altibajos y pérdidas de ritmo al alargar innecesariamente varias secuencias.
En cambio se logra un buen trabajo en general de los actores, especialmente de Jack Lemmon, que da perfectamente el personaje del anciano, dominado toda la vida por el fuerte carácter de su esposa, que en algún momento se siente liberado, capaz de poder hacer lo que quiere, de realizarse, sin la cortapisa de su mujer, ante la que cede siempre debido al cariño que le tiene.
Ella llegará también un momento en el que comprenderá lo que ha provocado con su dominio, en un buen papel encarnado por la veterana actriz Olympia Dukakis, ganadora del Oscar por 'Hechizo de luna' (1987).
Resulta extraño que no hayan sido nominados en esta ocasión ambos, sobre todo Jack Lemmon y en cambio sí lo ha sido la cinta al mejor maquillaje, debido al formidable trabajo d envejecimiento de la pareja protagonista, llevado a cabo por Dick Smith, que ya ganó el Oscar por 'Amadeus '(1984).
Adecuada y melodiosa la música de James Horner, que abandona aquí sus siempre vibrantes temas, para poner la envoltura adecuada a este drama con algunas pinceladas de comedia en determinados momentos para distender la tensión.
Una bonita y ejemplar película sobre las relaciones padre e hijo y la tercera edad.
Nominado al Oscar el maquillaje y al Globo de oro Jack Lemmon.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE