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CRITICA
Por: PACO CASADO
La realizadora holandesa Marleen Gorris, con su cuarta película, Antonia (1995), ganó el Oscar al mejor film de habla no inglesa y con esta quinta logra una coproducción más internacional, en la que continúa en su misma línea de mostrarnos caracteres femeninos con toda su fuerza y flaqueza, aunque el de Antonia era mucho más valeroso que el de Mrs. Dalloway que se debate en la duda de si hizo bien al cambiar de novio, prefiriendo la seguridad aburrida de un político a la más divertida pero menos estable del aventurero Peter.
En Londres, un día del verano de 1932, la socialista y acomodada Clarisa Dalloway, esposa del miembro del parlamento Richard Dalloway, organiza con todo detalle una gran fiesta para la clase alta y recuerda sus juventud cuando era un hermosa mujer y los hombres trataban de conquistarla.
Ahora la vida transcurre tranquila para ella salvo por la aparición de Peter Walsh un antiguo pretendiente al que hace más de 30 años que no había visto, que ha regresado de la India.
El guion, primero que es llevado a cabo por la actriz Eileen Atkins, la protagonista de La hija de Robert Poste (1995), adapta una conocida novela, en parte autobiográfica, de la escritora inglesa Virginia Woolf, en la que sus juegos narrativos son casi imposibles de trasladar al cine.
Tal vez por ello ha preferido alternar presente y pasado de forma casi monótona, donde Mrs. Dalloway prepara una fiesta en casa cuando aparece Peter, su antiguo novio, al que rechazó treinta años atrás, y recuerda aquel maravilloso verano que ambos pasaron juntos.
Posiblemente para darle otro interés y meter de alguna manera la Primera Guerra Mundial, alterna el relato con el de un combatiente de aquel conflicto que se debate en la actualidad con las secuelas horribles que le dejó el haber tenido que entrar en combate.
Pero este añadido no acaba de encajar y más bien parece un auténtico postizo.
Por otra parte, y siguiendo con el guion, hubiera sido mejor contar el relato de forma más lineal en lugar de introducir tantos flash backs.
Porque si bien la alternancia se sobrelleva bien por parte del espectador e incluso las dos actrices se comportan de manera bastante más que notable, cada una en sus respectivas épocas, la constante comparación hace que salga perdiendo Natasha McElhone frente a la veteranía y la auténtica maestría que muestra Vanessa Redgrave.
Este recuerdo de una renuncia y recuento del pasado, posee una espléndida reconstrucción histórica, como es habitual en el cine británico, con perfectos escenarios y vestuarios, bonita música compuesta por Ilona Sekacz y buena fotografía de Sue Gibson, que matiza el ayer y el hoy con la iluminación de sus luces y sombras.
Marleen Gorris lleva a cabo desde la dirección una clásica ilustración, tan académica como fría y aséptica, lo que a veces la hace incluso aburrida en su perfección ya que no consigue transmitir auténticas emociones en la trama, ni ofrece sorpresas en cuanto a la narración.
Estamos ante una cinta eminentemente femenina: directora, novelista, guionista, directora de fotografía, compositora, decoradora, vestuario y hasta buena parte de los intérpretes, son mujeres.
Premio Evening Standard del cine británico al mejor guion. Nastro d'argento de los periodistas italianos al mejor doblaje femenino.
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