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CRITICA
Por: PACO CASADO
El personaje de John Shaft fue creado por el novelista Ernest Tidyman en los años 70 y dio origen a un nuevo héroe que fue llevado al cine por Gordon Parks en Las noches rojas de Harlem (Shaft) (1971), así titulada en España.
Shaft era un nuevo detective, de color, intrépido, astuto y valiente.
La primera película fue un impacto y dio lugar a dos más.
Ahora, casi 30 años más tarde, otro director de color, John Singleton, autor del interesante Los chicos del barrio (1991), resucita su figura, pero como JJ, el hijo del antiguo Shaft, el detective de color de los años 70, que es encarnado por el actor Richard Roundtree que hizo el primero.
Este es más chulo, solitario, va por libre y no tiene ningún inconveniente en enfrentarse a un juez que no es justo con los de su raza que pone en libertad a Walter Wade jr. un hijo de papá, asesino de un estudiante de color, quien se alía con un traficante para acabar con el único testigo del caso y con el propio detective.
Su misión es la de encargarse y asegurarse de que el hijo de ese corrupto magnate inmobiliario sea llevado ante la justicia como un asesino racista.
John Singleton hace una cinta políticamente correcta, elimina el aspecto sexual del protagonista y potencia los elementos ideológicos del policía afroamericano con métodos poco ortodoxos, en un mundo algo maniqueo, donde todos los negros son buenos, los americanos blancos son malos o policías corruptos y los latinos son traficantes de drogas.
Singleton ha hecho una correcta película comercial de acción, que mantiene el interés y el mismo tema musical de Isaac Hayes, que ganó el Oscar, actualizado con un nuevo ritmo, naturalmente.
Premio de los críticos a Jeffrey Wright como mejor actor secundario en el Festival de cine de Toronto.
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