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CRITICA
Por: PACO CASADO
Durante mucho tiempo se ha dicho que lo que llamamos comedia musical en el cine está totalmente en manos de Hollywood.
A partir de 'Un día en Nueva York' (1949), 'Cantando bajo la lluvia' (1952), 'Un americano en París' (1951), entre otras, la comedia musical americana, cambió y se superó a sí misma, perfilándose hasta llegar a los que es hoy en día.
Hasta 1967 casi ningún país le había podido hacer sombra, aunque en contadas ocasiones lo hicieran sin que éstas llegaran a cubrir los dedos de una mano.
Sin embargo hemos citado una fecha y esta es la que marca la producción francesa 'Las señoritas de Rochefort' (1967), en la que se cuenta la historia de dos hermanas que dejan la localidad costera de Rochefort en busca del amor.
Contratadas como cantantes de feria una se enamora de un músico americano mientras que la otra busca al compañero ideal.
Si decimos que Jacques Demy ha superado al cine americano no sería exacto, pero también sería una injusticia silenciar que ha conseguido con esta película ponerse a la misma altura.
En 1966 Jacques Demy realizaba su tercer largometraje, 'Los paraguas de Cherburgo' (1964), y con ese film hacía un curioso ensayo como era el de realizar una ópera cinematográfica en la que en ningún momento había ni un único resquicio para una palabra que no fuera acompañada de una nota musical.
A diferencia con aquella es que aquí se ha introducido la coreografía y el ballet como uno de los elementos protagonista.
Ni que decir tiene que aquello era un gran tour de force en el que por momentos encontrábamos algo forzado el experimento, y como tal no se podría decir que fuera perfecto, aunque muy cerca estuvo de obtener una notable maravilla fílmica.
Ahora tras ver ésta comprenderíamos mejor aquella porque sabemos que como prueba tuvo su fruto y no tardó mucho en producir esta otra, tan sólo un año después.
Posiblemente Jacques Demy ni siquiera habría pensado en superar la fórmula americana de la comedia, pero la recargó en exceso, se pasó un poco y tras ella tan sólo tuvo que despejarla de varios elementos, aligerarla para que la receta alcanzara su punto exacto.
Aquí había dado con la ecuación exacta en la que se igualaba y contrapesaba música, palabra, canciones, cine en definitiva, lo que es igual a comedia musical perfecta tipo made in USA.
Todo ello puede notarse perfectamente en los escenarios.
La decoración está hecha a base de tonos claros, un blanco sucio o casi rosa pálido el color, desde la tienda de instrumentos a la que se le había querido dar un tono musical hasta el improvisado tablao en el que bailan las gemelas o la fachada de la plaza.
Únicamemnte los vestidos ponen a veces la nota pintoresca de un color más intenso.
Para tener una mayor cantidad de puntos de contacto con el musical americano se ha contado con dos bailarines muy característicos y representativos de dos escuelas diferentes.
Por una parte Gene Kelly, renovador con Stanley Donen y bailarín del más clásico estilo americano, mientras que por la otra está George Chakiris perteneciente a la escuela de Jerome Robins, pero ambos están bien conjuntados, el claque clásico de Kelly y las manos en alto y grandes zancadas de Chakiris al estilo de 'West Side Story' (1961).
En la música también encontramos semejanza de ésta con 'Los paraguas de Cherburgo' (1964), no en vano es el mismo compositor quien ha escrito la partitura de ambas, Michel Legrand, en este caso con muy pocas variaciones con sólo dos o tres temas básicos, con variaciones sinfónicos afrocubanos o jazzísticos.
En resumen, a la comedia musical americana le ha salido un competidor, se llama Jacques Demy.
Nominada al Oscar la música de Michel Legrand. Premio Tren de oro y Fipresci en el Festival de Faro.
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