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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estrenada mundialmente en el Festival de Toronto pasó después por el de Tokio, por Sitges y ahora por las carteleras comerciales españolas.
Se suele decir que el título ya sea de una novela, una película, una obra de teatro, suele ser la clave o la llave de la misma, pero a veces no justifica el contenido de lo que allí se cuenta o se expresa.
Por eso lo primero que hemos hecho a la hora de ver esta película es informarnos del significado de su título y hemos recurrido a Wikipedia, que todo los sabe, y nos dice que es una criatura mitológica, un tipo de quimera con cabeza humana, el cuerpo de un león y la cola de un dragón, que dispara espinas venenosas para matar a sus presas, dependiendo su tamaño del relato mitológico, cuyo significado es devoradora de personas.
En el film se trata de Julián, un ambiguo, introvertido y complejo personaje, exitoso diseñador de videojuegos, que vive atormentado por un oscuro secreto hasta que hace su aparición en su vida Diana, la amiga de una compañera del trabajo, que le hace sentir, por fin que puede ser feliz.
Entre los diseños del videojuego modela una criatura de aspecto feroz a la que puede hacer alusión el título de esta cinta.
Pero en realidad lo que cuenta es la historia de este hombre, un tanto melancólico, que vive solo en un piso antiguo, que salva la vida de Christian, un chico de pocos años, vecino de al lado al que rescata de las llamas que se han producido estando solo.
El humo respirado le provoca un cuadro de ansiedad que le afecta a la respiración, para lo que le recetan ansiolíticos.
Un día conoce a Diana, que estudia Historia del arte con la que entabla amistad que con el paso de los día llega a entablar una relación y a través de ella conocemos algo más de la vida de ambos.
Esta amistad constituye el grueso de esta historia en la que tras diseñar bien a estos personajes, nos extraña la reacción que se produce en los metros finales, tanto con ella como con los compañeros de trabajo y con Christian que no tienen, a nuestro entender, una justificación.
La narración, contada por derecho, de forma clara, llevada a ritmo lento como corresponde a un relato de esta clase, con una sencilla estructura, un tanto oscura, que a veces alarga demasiado los planos lo que hace que se pierda un poco el ritmo en su austera realización y el final de este drama nos deja algo insatisfechos.
Carlos Vermut hace una película compleja en la que es difícil bucear en el interior de los personajes y de su oscuro pasado, en un film muy diferente a sus títulos anteriores Magical Girl (2014) y Quién te cantará (2018).
Nacho Sánchez da muy bien el carácter frágil, retraído y simple de Julián, el personaje central, que apenas se relaciona socialmente con nadie más que con sus compañeros de la agencia para la que trabaja y Diana en la que pone la esperanza de su salvación, encarnada por Zoe Stein.
Tiene varias nominaciones a los premios Goya, Forqué, Gaudí y Feroz, entre otros.
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