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CRITICA
Por: PACO CASADO
Para los americanos unir a dos bombas explosivas como Sylvester Stallone y Dolly Parton, cada una en sus respectivas especialidades es un plato suculento y atractivo, de cada a la taquilla y al divertimento de la película.
Aquí en España, la Parton no es tan conocida y a Stallone se le prefiere haciendo de bestia, ya sea "Rocky" o "Rambo".
El largometraje comenzó a rodarlo Dom Zimmerman que abandonó el rodaje a las dos semanas y entregó la dirección a Bob Clark, director de películas como "Asesinato por decreto", "Tributo", "Explosión de violencia" o "Porky's", que termina sintonizando con el pasatiempo que se le encargó.
Se trata de una cantantan country que harta de su jefe se hace una apuesta con él de que es capaz de convertir en cantante de su especialidad al primer patoso que pase por la calle y, como era de esperar, recae en un bruto taxita que no tiene ni idea de música y que a lo más que ha llegado es a poner las manos en el órgano de la funeraria de su padre.
Como era de esperar el final es feliz. Lo que viene detrás, es decir, las vicisitudes que pasa la chica para lograr su propósito, es lo que constituye el resto de la película, alargada y estirada, con algunos momentos divertidos y con dos o tres canciones pegadizas, como la que cantan a duo en un bar los protagonistas.
El guion acumula lugares y secuencias tópicas y la pareja termina por caer simpática a los espectadores, con un Sylvester Stallone poco apropiado para una comedia aunque tenga que hacer de bruto ys iempre con su impertérrita cara y Dolly Parton, a quien la vimos en "Cómo eliminar a su jefe" y "La casa más divertida de Texas" aporta su simpatía y abundante anatomía.
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