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CRITICA
Por: PACO CASADO
El tema estudiantil con sus gamberradas y bromas pesadas se puso de moda hace ya unos años y dentro de este subgénero de la comedia norteamericana, algunos alumnos destacados por sus correrías y travesuras, se les dio en llamarles "albóndigas".
Las películas sobre estas aventuras llenas de travesuras se sucedieron sin parar y algunas hasta tuvieron éxito taquillero, aunque nunca llegaron a cotas mínimas desde el punto de vista artístico.
Ahora, aprovechando su aceptación popular, sobre todo entre el público joven, se nos recupera la segunda entrega de esta saga que se había quedado olvidada, también ambientada en un campamento veraniego a orillas de un lago.
Se trata del campamento de vacaciones llamado Sasquatch, que está lleno de gente joven divertida y feliz.
Las complicaciones llegan cuando se celebra un campeonato de boxeo que les enfrentará al campamento Patton, su más odiado rival.
La edad de los allí reunidos ha bajado sensiblemente y entre ellos se encuentra una chica inocente, que no conoce nada del amor y cuyas compañeras están empeñadas que aprenda algo sobre este tema.
La rivalidad con otro campamento vecino de niños pequeños aprendices de soldados y hasta un marciano que viene a practicar el idioma, provoca algunas escenas cómicas.
El punto erótico corre a cargo en este caso de una pareja de profesores que están empeñados en hacer el amor en recónditos y solitarios parajes, pero siempre son descubiertos.
Entre bromas picantes y apuntes pretendidamente cómicos, transcurre este endeble guion de Bruce Singer totalmente deslavazado que no hay forma humana de hilvanarlo de ninguna manera.
Entre los desconocidos jóvenes actores que forman el reparto, destaca el veterano Richard Mulligan, popular por la serie televisiva 'Enredo'.
La dirección de Ken Wiederhorn, que ya había dirigido antes otra comedia de este estilo como Desmadre en la universidad (1979), brilla por su ausencia.
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