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CRITICA
Por: PACO CASADO
Alfred Kralik, es el mejor empleado de un gran almacén de Budapest, pero se lleva mal con el dueño quien un día, inesperadamente, lo pone de patitas en la calle, sin que Klara Novak, la nueva compañera de trabajo recién llegada, sienta la menor pena por él, ya que está enamorada de un admirador anónimo que le escribe unas apasionadas cartas de amor.
Klara no soportaba a Alfred debido a lo puntilloso que era en su trabajo.
Cuando un día los dos corresponsales anónimos se dan cita en un café, es cuando se enteran de que, en realidad, son ambos camaradas de trabajo que ni remotamente podían sospechar de la auténtica realidad.
El notable guion de Samson Raphaelson (con Ben Hecht sin acreditar) está basado en la obra teatral del autor húngaro Miklós László que da como resultado una comedia ágil y divertida con diálogos chispeantes y buenos sentimientos, con lo que se dio en llamar "el toque Lubitsch".
Esta película fue rodada en tan sólo veintiséis días de trabajo con un escaso presupuesto y no es precisamente la última comedia del director de origen alemán, nacionalizado americano, Ernst Lubitsch.
En 'El bazar de las sorpresas' (1940) hay un fondo de ternura y humanidad que la hacen digna de toda la atención y el propio director dijo de ella: "Jamás hice una cinta en la que la atmósfera y los personajes fueran tan reales como ésta".
Tales palabras nos sirven para hacer constar la validez de esta película al cabo de casi medio siglo, y que cuenta con una interpretación de primer orden de los entonces jovencísimos James Stewart, que da el tipo de un individuo poco diplomático y Margaret Sullavan en cambio de una mujer muy moderna y decidida.
Premio NBR. Premio National Film Registry.
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