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CRITICA
Por: PACO CASADO
La mejor definición de lo que es esta película es su título original que traducido dice 32 cortos sobre Glenn Gould, un famoso y pulcro pianista cuya vida se nos cuenta engarzada con los otros tantos tiempos de las Variaciones Goldberg, de Juan Sebatián Bach, su pieza favorita.
François Girard no se atiene a la cronología a la hora de hacernos este bosquejo biográfico, sino más bien nos va dando retazos dispersos a través de entrevistas con aquellos que se relacionaron con el músico, parientes o amigos que nos ofrecen sus impresiones sin un hilo unitario más que el de la música.
De estos se desprende la idea de que era un artista anárquico, cuando en realidad parece que era todo lo contrario.
La calidad y el interés de cada uno de esos cortos es muy diversa, siendo algunos meramente informativos y en otros se recurre incluso a la animación, que nada dice, para darnos la música de fondo o como aquel otro que enumera las diversas pastillas que tomaba e incluso uno tan breve que nos da la imagen de la banda sonora de un preludio de Bach.
La verdad es que François Girard no se ha quebrado mucho la cabeza.
Unas virtudes sí tiene, la de ofrecernos buena música, cuando se nos deja oírla limpiamente y la de no aburrir, por la variedad de los diversos fragmentos o cortos.
Consiguió los premios de la Academia del cine canadiense a la mejor película, director, fotografía y montaje. Premio especial en Italia. Premio del jurado en el Festival de Sao Paulo. Premio especial del Juado a la mejor película canadiense en el Festival de Toronto.
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