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CRITICA
Por: PACO CASADO
El actor y director irlandés Kenneth Branagh se ha convertido en un especialista en adaptar a William Shakespeare a la pantalla, ya que son varias las obras que lleva plasmadas en celuloide: 'Enrique V' (1989), 'Mucho ruido y pocas nueces' (1993), y 'Hamlet' (1996).
Por lo general lo hace con bastante acierto, pero aún le quedaba uno de sus mayores desafíos: convertir una de las comedias románticas más ligeras, menos conocidas y divertidas, nada menos que en un musical al estilo americano.
Para ello ha recortado convenientemente la obra, introduciendo canciones donde había párrafos más densos, y trasladando la acción de 1596 a 1939, años previos a la Segunda Guerra Mundial, para contarnos la historia del rey de Navarra que invita a tres compañeros a hacer un juramento para dedicarse durante tres años al estudio, no mirar a ninguna mujer, practicar algún deporte y dormir tan sólo tres horas, juramento que pronto se rompe por la pronta visita de la hija del rey de Francia y sus tres amigas.
A pesar del recorte, sigue chocando un poco la densidad del verso shakesperiano en un musical, que emprende el vuelo a lo más alto cuando entran las maravillosas y conocidas canciones de Irving Berlin, Cole Porter, George Gershwin, etc. que evocan, y se echan de menos, los números de baile de Fred Astaire y Ginger Rogers, las coreografías de la época dorada del género, o las de los musicales acuáticos de Esther Williams, que no desentonan con el texto original.
La película ofrece una visión lúdica y desdramatizada de la guerra de los sexos en esta especie de atrevido experimento cinematográfico.
No es nueva la idea de transformar una obra de William Shakespeare en musical, sólo hay que recordar 'West Side Story' (1961), que lo hacía con 'Romeo y Julieta' (1968) o 'Kiss Me, Kate' (1953), con 'La fierecilla domada'.
El resultado es una comedia musical ligera, divertida, con un trabajo convincente de unos actores que no son profesionales de la canción o del baile y sin embargo se defienden bastante bien.
Unos empastados colores pastel le dan un tono muy apropiado a la fotografía, con una maravillosa banda sonora, no sólo de los números conocidos, sino también los que aporta Patrick Doyle, que no desentonan en absoluto.
Premio Stinker a Alicia Silverstone.
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