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CRITICA
Por: PACO CASADO
Da cierta pena ver cómo estrellas que en su día estuvieron en lo más alto del ranking de cotización y de estima del público, caigan de forma tan estrepitosa.
Esto le está ocurriendo a Sylvester Stallone al que le auparon al éxito personajes como los de Rambo y Rocky, a los que siguieron otros, pero sus más recientes films han sido unos auténticos fracasos comerciales, caso de 'Get Carter. Asesino implacable' (2000) y ahora 'D Tox: Ojo asesino' (2002), cuyo título original D-Tox seguimos sin saber qué quiere decir.
Aquí encarna al agente del FBI Jake Malloy, un agente de policía que ve cómo son asesinados varios compañeros del cuerpo a manos de un psicópata, siendo incapaz de darle caza.
Para provocarlo mata a Mary, su novia.
Totalmente desesperado intenta ahogar sus penas en alcohol, lo que le sume en una profunda depresión y es internado en un centro de desintoxicación y rehabilitación en Wyoming, situado en un páramo helado, pero estando allí continúan las muertes.
La película tiene dos partes claramente diferenciadas: una primera que es un thriller, un policiaco con psico-killer protagonista que no se diferencia de cualquier otra del género, con el clásico planteamiento de policía curtido enfrentado a una asesino en serie.
Y una segunda en la que lo que priva es el terror que se produce entre los internados del centro psiquiátrico en el que se producen algunas muertes y todos sospechan de todos, con su ambiente claustrofóbico y el hecho de estar aislado en un páramo desierto con un vendaval de nieve en el exterior que hace imposible su salida bajo el riesgo de muerte.
Sylvester Stallone regresa a la acción, el género con el que mejores resultados ha obtenido siempre en la taquilla.
El film está realizado de manera funcional por Jim Gillespie, director de 'Sé lo que hicisteis el último verano' (1997), que saca partido a la fotografía de Dean Semler y con buenos actores que cumplen con sus cometidos.
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