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CRITICA
Por: PACO CASADO
Se basa en un best-seller de Scott Turow, una de las novelas policíacas más leídas en la década de los 80.
Narra el tortuoso calvario que pasa un fiscal para descubrir al asesino de una colega, convirtiéndose así él mismo en el principal sospechoso, acusándoles todas las circunstancias que rodean a este intrigante caso.
Se trata de una estupenda película que tiene una firme base en la sólida novela escrita por Scott Turow de la que el guionista Frank Pierson en compañía del propio director Alan J. Pakula, hacen un correcto guion que dosifica bien el interés y al que tan sólo habría que ponerle un único reparo: la excesiva explicación que se hace al final, quizás un tanto innecesaria, para aclarar quién es el asesino.
Alan J. Pakula le imprime el ritmo necesario y preciso para que el asunto no decaiga en ningún momento de la narración y de camino le da un repaso al procedimiento judicial norteamericano y a toda su maquinaria, a la corrupción que a veces existe entre los que han de impartir con equidad la justicia y a los mecanismos que les mueven a ello.
Cuenta con un estupendo equipo de notables colaboradores, destacando entre ellos la música que ha compuesto el maestro John Williams y un cada vez más maduro Harrison Ford en el principal papel que luce un nuevo aspecto físico muy apropiado al carácter ambiguo del protagonista que hace que el espectador dude en muchos momentos de su inocencia o culpabilidad.
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