|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Ralph Nelson trata el problema de la segregación racial en los Estado Unidos, mezclado esta vez con la política, lo que hace con bastante oficio.
Pero el defecto fundamental de base de este film es su conformista guion de James Lee Barrett.
Dada su esquematización se queda convertido en una cinta de cow-boys, donde se distinguen rápidamente los buenos, los malos y otros que lo parecen, pero no lo son tanto en el fondo, que terminarán por demostrar sus buenos sentimientos y su valentía que permanecía oculta.
Todo ello se mezcla con el problema del racismo, el caciquismo y otras lacras de la sociedad norteamericana que vive en las pequeñas ciudades donde el sol parece aturdirles y su único entretenimiento es degollar a los negros, pues de lo contrario se morirían de aburrimiento sin otra cosa que hacer.
Así tenemos una especie de oeste salvaje en el que el caballo ha sido sustituido por ese otro de acero que es el automóvil.
En el condado de Colusa, tras las elecciones, ha salido elegido para el cargo de sheriff, Jim Price, un hombre de color que procede del ejército.
La población negra es la única que acepta a la nueva autoridad, mientras que los blancos la rechazan y reciben con una gran hostilidad.
Sus problemas crecen cuando mete en la cárcel al hijo de un poderoso hombre de negocios de la localidad.
Jim Price deberá enfrentarse entre otros muchos problemas propios de su cargo al temido Ku Klux Klan.
La película posee momentos de tensión, con una base poco firme, como hemos apuntado antes, todo ello con una serie de situaciones en las que se demuestran que no sólo los negros son las víctimas, sino que a veces también pueden ser los blancos, siendo capaces de hermanarse y ayudarse.
De los actores destaca la actuación de Frederic March en un trabajo secundario perfecto.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE