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CRITICA
Por: PACO CASADO
Anthony Mann, uno de los directores más importantes en el género, hizo once films del Oeste en los años cincuenta.
Se le conoció como "el director de los espacios abiertos", porque era el que mejor partido sacaba a los paisajes del Oeste. Aquí, con un guion del celebrado Philip Yordan y Frank Burt, que se basa en una narración de Thomas T. Flynn, publicada en el Saturday Evening Post.
Cuenta la historia de un hombre, Will Lockhart, que llega al pueblo desde Laramie al frente de una caravana de carros cargados de material para el almacén, propiedad de Barbara Waggonman, en Colorado.
Para aprovechar el viaje de vuelta intenta cargar de sal sus carros y tropieza con el hijo del propietario del rancho al que pertenecen la salinas.
El rancho Barth, por sus proporciones, es casi como un estado dentro de otro.
Su propietario no se atiene a otra ley que la que él impone. Lockhart, procedente de Laramie, llega al rancho buscando a los asesinos de su hermano, que no es otro que el proveedor de armas a los apaches a los que hace responsables de su muerte y se ve implicado en la muerte violenta del hijo del cacique.
Es uno de los westerns más estimulantes de la filmografía de Anthony Mann y también uno de los últimos en el que contó como protagonista con James Stewart, que fue principal intérprete de muchas de sus cintas del Oeste, que logra uno de sus mejores trabajos en el género.
Anthony Mann hace un buen uso de los espacios en los que se desarrolla la acción, en una narración modélica y de impecable estilo.
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