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CRITICA
Por: PACO CASADO
Está basada en la novela de Jurek Becker que ya fue adaptada por la cinematografía alemana en 1974, con el título de Jakob, el mentiroso, dirigida por Frank Beyer e interpretada por Vlastimil Brodzsky y Manuela Simon, que fue nominada al Oscar a la mejor película extranjera.
La historia transcurre en 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, en la Polonia ocupada, en la que un comerciante judío llamado Jakob, que vive en un barrio marginal, escucha un día la noticia del avance de las tropas rusas en una radio en el despacho de un oficial nazi.
A partir de ese momento, de regreso al gueto, se inventa cada día nuevas noticias sobre las ofensivas de los aliados para dar esperanzas a otras víctimas del régimen nazi.
Para evitar el suicidio de un compañero se lo cuenta, y éste interpreta que tiene una radio, lo que está considerado un delito que está penado con la muerte.
Pero la noticia se propaga por el gueto y el optimismo vuelve a los sufridos habitantes.
Jakob sigue inventando más noticias sobre la derrota de los alemanes, la intervención norteamericana y la próxima terminación del conflicto, para mantener el ánimo de sus compatriotas aún a riesgo de su vida, que ya pone en peligro al tener oculta a una niña pequeña judía de diez años en su desván, que escapó del tren que la llevaba a Austchwitz.
Peter Kassovitz, veterano realizador de origen húngaro y padre del actor Mathieu Kassovitz, hace una aceptable versión de esta novela, dirigida con sumo cuidado para no ofender a nadie.
Algunos se han apresurado a decir que tiene similitudes con 'La vida es bella' (1997), porque incide en el tema de la persecución judía, pero esta es una historia dramática, en la que de vez en cuando asoma el humor, lo que no resta seriedad a su tratamiento y además su producción se inició mucho antes del estreno de la italiana.
Hay escenas sobrecogedoras que muestran muy bien el miedo y el terror que puede llegar a alcanzar un ser humano privado de libertad, en aquellas terribles circunstancias de desesperación y de muerte.
Estos personajes no llegan al campo de concentración, pero el gueto de Varsovia era una enorme prisión colectiva casi tan terrible.
Film de buenas intenciones, llevado a cabo con una dirección minuciosa de Peter Kassovitz y un trabajo equilibrado y contenido de su principal protagonista, Robin William, sobre el que descansa buena parte del peso de la cinta.
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