|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Hacía tiempo que el género de vampiros no se tocaba en comedia cómica y tenía que ser Eddie Murphy, quien va distanciando cada vez más sus producciones, tal vez sea porque no logra los éxitos que conseguía antes como la trilogía de Superdetective en Hollywood, por ejemplo, quien la llevara a cabo.
Él es Maximilian, el último descendiente de Nosferatu que llega desde lejanas tierras a Brooklyn a buscar a la mujer que le permita continuar su raza, que no es otra que la policía Rita Veder a la que persigue por más de media película y que finalmente le cuesta convencer para que se una a su vida eterna.
Entre tanto Murphy tiene ocasión de interpretar a lo largo del film varios personajes, como hizo ya en 'El príncipe de Zamunda', aquí a un caco y un predicador que da un sorprendente sermón a sus feligreses predicando sobre "la bondad del mal".
Una vez más los efectos especiales, cada vez más sorprendentes, hacen maravillas a los ojos del espectador, lo que contrasta con la realización de Wes Craven, un especialista en el género de terror, muy descuidada, sobre todo en la segunda mitad de la cinta en la que no tiene ningún reparo en permitir que se vea de forma descarada la pértiga con un enorme micrófono incluido en más de una ocasión, lo que origina incluso la hilaridad de los espectadores.
Una película simplemente para pasar el rato sin exigencia.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
BANDA SONORA
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
AUDIOS
PREMIERE