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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay hechos que aunque sean reales es incomprensible que puedan suceder.
Uno de esos casos es el ocurrido en Indiana en el que una adolescente, Silvia Lickens, de 16 años, murió en un sótano el 26 de octubre de 1965, tras sufrir malos tratos, torturas y violaciones.
Un matrimonio de feriantes, que viajan constantemente, dejan a su dos hijas, Silvia y Jenny, al cargo de Gertrude Baniszewski, una mujer divorciada, que malvive con seis hijos, a cambio de 20 dólares semanales para su manutención y cuidado.
La enfermedad asmática que padece y su mezcla con el alcohol hace que a veces pierda la cabeza y paga su malestar con la joven Silvia a la que finalmente encierra en el sótano y permite que sus hijos y amigos se burlen de ella, la maltraten y torturen quemándola con cigarrillos, hasta que finalmente murió por falta de alimentos y los malos tratos.
Es increíble que los vecinos no se metieran para nada, ni investigaran lo que allí pasaba, con el desequilibrio de esa mujer, a pesar de que semanalmente acudía a la iglesia con sus hijos, o que la propia Silvia o su hermana no acudieran al pastor o a la policía.
La historia se va conociendo a través de las escenas del juicio, extraídas de las actas del mismo, que se mezclan con los hechos, pero el guion nos da un final que confunde al espectador.
Destaca fundamentalmente el brillante trabajo de las dos actrices protagonistas, Catherine Keener, en el papel de Gertrude y la joven Ellen Page como Silvia.
Tommy O'Haver cambia de la romántica comedia Hechizada a este horrendo crimen real, que conoce desde su adolescencia ya que sucedió muy cerca de su casa, logrando una atmósfera asfixiante en la que se masca la crueldad y la maldad del ser humano sin justificación alguna, que la puesta en escena trata de evitar mostrar abiertamente la crueldad de los hechos.
Nominada al Globo de oro Catherine Keener.
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