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CRITICA
Por: PACO CASADO
A veces ocurre que dos autores tienen una misma idea y se plasman en cine con muy corta diferencia de tiempo.
Así ha sucedido con 'El general' (1998), de John Boorman y 'Criminal y decente' (1999) de Thaddeus O'Sullivan.
Ambas son la biografía de Martin Cahill, un insólito ladrón dublinés, con la diferencia que la primera lo confesaba abiertamente y en cambio los autores de la segunda lo niegan, diciendo que se basan en hechos reales tomados de varios personajes, cuando se ve claramente que aunque han cambiado el nombre por el de Michael Lynch, las acciones del robo de la joyería O'Connor que no había podido llevar a cabo el IRA, la relación con esta organización, el tono social del personaje que se tapa siempre la cara, su talento para el robo, o la convivencia con su mujer y su cuñada, son datos innegables que corresponden a Cahill.
Indudablemente el logro del film de John Boorman ha de pesar sobre éste que si bien ha contado con un buen guión, más reducido que aquel que recoge menos acciones e incluso suprime el final trágico que tuvo, se sigue con interés, sobre todo si no se ha visto el anterior, pues de lo contrario es inevitable comparar constantemente o pensar en lo que falta.
El buen trabajo de Kevin Spacey y Peter Mullan y en segundo termino de Linda Fiorentino, no hacen olvidar a El general (1998).
Las comparaciones son odiosas pero en este caso son inevitables.
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