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CRITICA
Por: PACO CASADO
Presentada en la Seminci de Valladolid, donde logró el premio de la crítica, el director senegalés Rachid Buchareb ofrece en esta su cuarta película una búsqueda del pasado, las raíces de su protagonista y la pérdida del presente a través de Alún, un africano que trabaja como guía en el museo de los esclavos, que decide investigar los orígenes de su familia, rota por la esclavitud y sus antepasados que fueron llevados a Norteamérica como esclavos donde adoptaban el nombre de sus dueños.
Cuando llega a Harlem encuentra el rechazo entre los negros ya establecidos, que se consideran ciudadanos de este país, asentados en sus calles, frente a los nuevos que llegan, estableciéndose así un rechazo entre los de su misma raza.
La soledad, la tristeza, la discriminación a los negros por parte de los propios negros, la adolescencia partida y la violencia, se muestran en este film en el que es difícil la supervivencia a causa de la muerte y la violencia.
La cinta es un canto a la esperanza, a la familia verdadera y a sus raíces, a través de la mirada de sus protagonistas, marcados por unos rasgos propios de un pueblo y acompañados en las escenas de mayor carga dramática, sobre todo al final, que no hacían falta, ilustradas con los cantos africanos interpretados a capella y de una estupenda música de jazz del Golden Gate Quartet que es de lo mejor de la película.
Interesa más la temática que nos presenta, aunque se dispersa demasiado, que su forma cinematográfica, casi amateur, bastante corriente.
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