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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine de serie B norteamericano siempre ha sido una fuerte base para el sostenimiento de esta industria cinematográfica.
Producciones de esa clase se hicieron a lo largo de la historia en toda clase de géneros desde el western al bélico, de la comedia al cine negro durante mucho tiempo, pero todas ellas casi siempre con una gran dignidad, con aceptable calidad a pesar de sus cortos presupuestos y con actores de segunda fila.
Por otra parte han sido campo de prueba y ensayo de jóvenes actores y también de nuevos directores, que empiezan a entrenar sus armas y conocimiento en el largometraje, amoldando sus conocimientos adquiridos en la televisión al lenguaje puramente fílmico.
Roger Corman, como productor en otros tiempos, ahora convertido en director, está dando muchas oportunidades en algunas películas de este tipo.
Esta es la historia de Wilma, una madre y de sus dos hijas, a las que quiere dar una vida mejor que la que han llevado hasta ahora, comenzando así a recorrer los caminos del crimen, con asaltos a los bancos, secuestros, comenzando por abrazar el contrabando de licores para pasar después a descubrir el lado erótico del crimen y de otros tantos delitos, en la Norteamérica de los años treinta, con la ley seca en todo su apogeo.
El tema está tratado con un cierto tono cómico, llevado a cabo con cierta agilidad narrativa y con el ritmo que precisan las imágenes a través de la dirección de Steve Carver.
La elección para la protagonista de Angie Dickinson es todo un acierto, ya que pone su veteranía y su buen hacer que es secundado con dignidad por el resto del reparto.
Un film en definitiva sin grandes pretensiones y también sin graves errores en cuanto a la realización, que se deja ver y proporciona un buen rato de entretenimiento.
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