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CRITICA
Por: PACO CASADO
No tenemos nada contra el actor Chevy Chase pero da la casualidad de que allá donde esté, en película que intervenga, es un auténtico desastre. Tal vez, como se dice en algunos films cualquier parecido con la realidad sea pura coincidencia, pero es que personajes más estúpidos no se encuentran en el cine americano actual.
Aquí se trata de la familia Robbersons, a que hace alusión el título original, a cuya casa van a parar dos policías, uno veterano y otro joven, para vigilar desde ese lugar a un vecino, sospechoso delincuente. Pero allí está el padre, un obseso de los telefilms policíacos, todo un agente secreto frustrado, que encuentra en ello la oportunidad de actuar como tal y echar por tierra la labor de los dos profesionales alojados en su hogar.
Si con ello se pretendía hacer gracia, la risa brilla por su ausencia debido al patoso de Chevy Chase, en un personaje realmente increíble, que contrasta con la lucidez y veteranía interpretativa de un ya maduro Jack Palance, el poco papel de una buena actriz como Dianne Wiest o el resto de los jóvenes actores que completan el reparto.
Confiábamos que la dirección de Michael Ritchie salvara algo del insulso y endeble guión, pero no ha sido posible.
Una comedia sin gracia ni chispa por ninguna parte.
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