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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay películas que se hacen a medida, como un sastre corta un traje para una persona.
En esta ocasión los guionistas le han confeccionado uno a Martin Lawrence, un cómico que está subiendo como la espuma dentro del escalafón del cine norteamericano, que se convierte aquí en la estrella absoluta de este pasatiempo.
Jamal Walker es un joven de color que trabaja en un parque temático de ambiente medieval.
Un día cae al foso y tras recibir un golpe en la cabeza desaparece, y cuando despierta se da cuenta de que ha sido transportado a la Inglaterra medieval de 1328, viéndose rodeado de caballeros con brillantes armaduras y bellas doncellas, y que es tomado por un mensajero normando y mezclado en un complot que se ha formado en contra del rey.
Desde la primera imagen en la que Martin Lawrence hace gestos ante un espejo para cepillarse los dientes, ya nos da la medida de lo que va a ser el film, cuya comicidad se basa en el contraste de la ampulosidad del tratamiento caballeresco con el lenguaje actual barriobajero de Jamal con sus modismos juveniles.
Aunque no está reconocido como tal se asemeja mucho a la exitosa novela de Mark Twain, Un yanqui en la corte del rey Arturo, que ha sido llevada al cine varias veces.
La primera en 1931, dirigida por David Butler, para lucimiento de la popularidad de Will Roger, acompañado de una joven Maureen O'Sullivan y Mirna Loy; la segunda en 1949, de Tay Garnett, con algunas canciones no muy populares que cantaba Bing Crosby, el protagonista, acompañado por Rhonda Fleming y William Bendix. Existen algunas más, pero no es el caso de hacer la lista de todas ellas.
Una floja comedia, en definitiva, con el correcto trabajo de un actor clásico como Tom Wilkinson al que recordarán en su papel de 'En la habitación' (2001), contrastando con la vulgar actuación de Martin Lawrence.
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