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CRITICA
Por: PACO CASADO
En esta película se pueden distinguir desde el principio dos partes claramente diferenciadas.
Una primera en la que se puede saber cómo se recluta a un futuro agente de la CIA y cómo una vez captado y seleccionado se le entrena con todos los medios a su alcance para ejercer su misión de espía.
En la segunda parte se teje una trama policiaca en la que se trata de destapar a un topo que se ha introducido en la agencia. Ahí entra en juego una historia de amor y de traición, pero también de lealtad y de amistad, que resulta más convencional.
Walter Burke, instructor de la CIA, capta a James Clayton, un experto en informática que se gana la vida como camarero, un muchacho perdido que intenta encontrar su sitio.
Sus miembros, que son seres imperfectos, que piensan, se rebelan y traicionan, siempre han de guiarse por dos normas: nada es lo que parece y no hay que fiarse de nadie.
Y eso mismo ha de tener en cuenta el espectador al contemplar este film en el que en cualquier momento se le puede engañar, lo cual es parte de la intriga que mantiene despierto el interés, aunque a veces pueda ser un poco previsible.
El guion, que posee un buen material, compone bien la intriga que va descubriendo el protagonista, metido en ello en parte por un interés personal de descubrir quién fue su padre realmente, si un ejecutivo de la Shell o un miembro encubierto de la CIA.
Roger Donaldson, astuto realizador que ya nos dio prueba de su buen hacer en un thriller similar que era 'No hay salida' (1987), en aquella ocasión en los servicios secretos de la Marina norteamericana, le da un tono realista y de verosimilitud, un ritmo muy vivo, un manejo ágil de la cámara y un duelo interpretativo entre el veterano Al Pacino, en buen momento de forma, y el aspirante, el actor irlandés Colin Farrell.
El compositor Klaus Badelt, alumno aventajado de Hans Zimmer, pone el ambiente musical adecuado a este entretenido thriller.
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