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CRITICA
Por: PACO CASADO
Billy Wilder pertenecía a lo que la crítica llamó "generación perdida".
Director de coherente filmografía con dramas como 'Días sin huellas', 'El crepúsculo de los dioses' o 'El gran carnaval' y comedias tan excelentes como 'Sabrina' o 'Con faldas y a lo loco'.
Se sitúa la acción de esta estupenda película en la Alemania de los años de la guerra fría.
Es la historia del delegado de una compañía de bebidas refrescantes en Berlín Occidental, la Coca Cola, que tiene a su cargo a la hija del presidente del Consejo de Administración, que es el típico exponen de la burguesía norteamericana, que se enamora de un joven comunista radical del Berlín de la zona Este.
Billy Wilder realiza un film controvertido e irónico en el que la puesta en escena, basada en un ritmo trepidante, que no concede ni un sólo minuto de descanso al espectador.
Se fundamenta en la utilización, dentro de cada encuadre, de un método que diversifica las acciones de los personajes para concluir con un único y gigantesco gag, suma de mil pequeño detalles paralelos.
Cinta de doble final, como era habitual en casi todas las películas de Billy Wilder, 'Uno, dos, tres', restablece con su pirueta última todo un planteamiento pesimista sobre las contradicciones de dos mundos, político y moral, que están en permanente conflicto.
Fue candidata al Oscar a la mejor fotografía en blanco y negro y merecía mucho más.
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