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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras haber hecho 'Frankenstein' (1994), Kenneth Branagh deseaba dirigir un producto más intimista, menos complicada, un pequeña película que tenía pensada y escrito su guion hace cinco años, hecha en blanco y negro, con presupuesto modesto, rodada en tres semanas y con actores prácticamente desconocidos.
El título está extraído de un himno navideño inglés y con él este actor y director de 35 años, plasma por primera vez un guion con argumento propio y dedicándose exclusivamente a la dirección. Todos cobraron igual y está hecho con el mismo espíritu que emplean los actores cuando ponen una obra en el escenario.
Tiene un cierto tono irónico y crítico, como por ejemplo al cine de Hollywood que en algún momento del argumento amenaza con desarbolar la compañía al ofrecer un contrato millonario al director y protagonista para una serie de ciencia ficción.
Cuenta la locura de un actor en paro que con sus ahorros y un préstamo de su representante, que es la única que cree en él, trata, con media docena de actores, de poner en escena Hamlet durante las vacaciones de Navidad, en una iglesia abandonada de un pequeño pueblo inglés de ficción llamado Esperanza.
El film es un pequeño homenaje a los actores de teatro, a su tesón y su cariño a la profesión.
Para ello utiliza un esquema parecido al de 'Los amigos de Peter' (1992).
La cinta recoge los ensayos y apuros económicos que sufre el grupo para llevar a cabo su empeño, las relaciones de unos con los otros, al tiempo que aprovecha para darnos un retablo humano y social en el que cada uno tiene su mundo peculiar: el viejo actor homosexual, la ingenua actriz, la que antepone sus sentimientos a la profesión, el actor famoso venido a menos, el que tiene afán de dirigir, el que oculta su problema tras el alcohol o la decoradora excéntrica e insegura, pero todos con un inmenso amor a su profesión.
La película ofrece una doble representación, lo que es la ficción de la obra, que se ve que Kenneth Branagh domina a la perfección, y la vida de los actores que la ponen en escena, unidos por su trabajo y amistad.
Al final todo se saldará positivamente con una solución feliz a los problemas, personales, sentimentales y profesionales de cada uno de ellos.
Con este sexto título de su filmografía, Kenneth Branagh hace una especie de ensayo y un complemento al rodaje de Hamlet, su próximo film, con el que cerrará una etapa de cintas basadas en obras de William Shakespeare.
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