|
CRITICA
Por: PACO CASADO
Este thriller social refleja la dura odisea de aquellos emigrantes que saltan la valla que separa Marruecos de España y la situación en la que viven los emigrantes africanos, tanto los que van de paso para Europa, como los que ya han conseguido entrar y se quedan en la península, aunque sea sin papeles, lo que hace que siempre estén expuestos a la deportación, como le ocurre al protagonista de esta historia que comentamos.
Ibrahim llegó a España procedente de Malí y ahora vive feliz en Madrid con Mariana, trabajando en la construcción, pero un día la policía lo detiene en una redada porque no tiene permiso de residencia y es deportado a su país, a pesar de los esfuerzos por evitarlo la asociación de ayuda a los inmigrantes.
Desde ese momento su objetivo está en volver para reunirse de nuevo con Mariana y con su hija que está a punto de nacer.
Ibrahim atraviesa África y se instala con algunos compañeros como Moussan y Aminata, en el Monte Gurugú, un campamento de inmigrantes a la espera de poder saltar.
Ella también quiere saltar la valla pero eso no lo hace cualquiera, e incluso algunos mueren en el intento.
El director andaluz, Benito Zambrano se pone de nuevo detrás de la cámara para su sexto largometraje con esta otra historia de denuncia social sobre la situación en la que viven los subsaharianos, no sólo tras traspasar las puertas hacia Europa, sino también después de luchar por lograr una vida digna tras haber logrado atravesar la frontera.
Esta vez lo hace con un guion que no es propio sino que ha escrito Flora González Villanueva, bien construido y tocando todo lo necesario para construir este relato.
Ganador de dos Goya, el director nos ofrece aquí esta especie de thriller sobre la valla que separa España de Marruecos.
Detrás de esas acciones siempre existe un ser humano que está desesperado debido a su situación actual y busca tener un futuro mejor, algo que deseamos todos, pero las circunstancias de ellos no son la misma que las nuestras, con su drama, su miedo, su esperanza.
A veces han dejado en su país a la familia a la que tratan de mandar dinero para que puedan subsistir.
El film tiene algunas escenas que son verdaderamente dramáticas mientras que en otros momentos resultan muy emotivas y emocionantes, porque cada uno de ellos tiene una historia y unos problemas que solucionar y eso está planteado de una forma muy realista, sin obviar las penalidades que padecen que a veces se tornan en tragedia.
La realización es clásica, sin artificio, bien resuelta, contada por derecho, con una gran veracidad, con las mejores intenciones, en cuya narración se va contando lo que le ocurre a Ibrahim pero también, de vez en cuando, se nos ofrece la situación en que vive Mariana y cómo avanza su gestación.
La forma de exponer el problema es honrada, reflejando una problemática que habrá que resolver algún día.
A lo largo de la narración destaca la humanidad con que está tratado el problema, la sensibilidad que se pone en cada imagen, en la que lo que menos importa es la interpretación de estos actores no profesionales, la mayoría de ellos, sino el problema que sustentan sus personajes y la impotencia por no poder hacer nada para mejorarla, que es lo que intentan.
La ley no entiende de humanidad, ni de sus tragedias, ellos no son criminales, pero son tratados como si fueran terroristas y son expulsados, cometiendo una injusticia desde el punto de vista humanitario.
Ellos vienen dispuestos a trabajar en aquello que no desean hacer los españoles, no a quitarles un puesto de trabajo.
La imágenes del salto están un poco embarulladas, filmadas de noche, lo que no ayuda a clarificarlas.
Los subtítulos son rápidos y a veces no da tiempo a leerlos o tienen fondo blanco con lo que son imperceptibles o se pierde parte de ellos.
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CÓMO SE HIZO
VIDEO ENTREVISTAS
PREMIERE