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CRITICA
Por: PACO CASADO
El director Charles Finch es para nosotros un desconocido, ya que sus películas no se han pasado en las pantallas comerciales españolas.
Es hijo del fallecido actor Peter Finch y decidió primero trabajar en la bolsa para seguir después los pasos de su padre. 'Nunca jamás' (1997) es el tercer film que dirige y en este caso es también autor del guion.
Su protagonista es Thomas Murray, un hombre que trabaja en las altas finanzas, aunque esto es lo de menos ya que no es más que un dato para apuntar la alta posición social que ocupa.
Está casado con la bellísima Amanda, pero las relaciones con su esposa son bastante frías en estos momentos y además es estéril.
Thomas trabaja en París y Amanda prefiere irse a vivir a Londres, ya que no le gusta París y volver a su antigua vida social.
En su ausencia él conoce a una mujer francesa, Katherine, que le ofrece todo el cariño, que no le da su cónyuge, por lo que duda entre ambas.
Esto no es más que el principio del drama en que se convierte la trama cuyo esquema es inusual en el cine contemporáneo en el que los melodramas no están de moda en estos momentos.
Todo su argumento se reduce a idas y venidas, dudas, reconciliaciones, llamadas de teléfono y relaciones amorosas, que nos recuerdan en algunos momentos, por el ambiente y los protagonistas, a 'Un hombre y una mujer' (1966), pero sin el esteticismo del director Claude Lelouch y con un romanticismo suave.
Del trío protagonista nos quedamos con el buen hacer de Sandrine Bonaire y la veteranía de James Fox, quedando en segundo término Jean March y a gran distancia la impavidez de Charles Finch como actor, y como director su realización es elegante pero sin originalidad.
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