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CRITICA
Por: PACO CASADO
El mayor desarrollo de los efectos especiales ha desencadenado que se hagan cada vez más películas en las que emplear esa tecnología.
En 'Nivel 13' (1999) no se usan de una manera gratuita, como en otras ocasiones, sino para lograr unos determinados ambientes.
Un informático que dirige una simulación de realidad virtual de 1937 se convierte en el principal sospechoso cuando su colega y mentor es asesinado.
Así se recrea la ciudad de Los Ángeles en 1937 donde se desarrolla parte de esta historia, ya que la mitad de la misma sucede en el presente, donde muere un personaje y su amigo ha de ir a buscar las claves al pasado mediante el invento, por ellos fabricados, que hace que se pueda trasladar a aquellos momentos anteriores a la Segunda Guerra Mundial.
El móvil del crimen es la posesión de dicho artefacto.
Basada en la novela Simulacron 3, de Daniel Galouye, se crea así un thriller fantástico que tiene como base el descubrimiento tecnológico de la realidad virtual por la que luchan algunas personas interesadas, que son capaces de llegar incluso al crimen.
El amigo y socio del asesinado se convierte en el principal sospechoso, lo que le hace investigar por su cuenta y descubrir a los verdaderos asesinos.
La idea es interesante, pero el desarrollo que hace el guion no es todo lo clarificador que debiera, lo que provoca que se embrolle demasiado la trama.
El novato realizador Josef Rusnak, director de la segunda unidad de 'Godzilla' (1998), no ha sido capaz de poner todo el ardor necesario en la puesta en escena como para que resulte mucho más más interesante.
Destaca un buen trabajo del veterano actor Armin Muller Stahl junto a la discreta interpretación de Gretchen Mol, del camaleónico Vincent D'Onofrio y del desconocido Craig Bierko.
El resultado entretiene, pero se olvida pronto.
Fue nominado a los premios de la Academia de Ciencia ficción, fantasía y horror.
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